Es difícil resumir en palabras un partido de más de 130 minutos, uno de casi tres tiempos. El partido entre Palmaflor y Blooming por la sexta fecha del Campeonato de la División Profesional quedará en la historia del fútbol boliviano por el sinfín de emociones que se vivieron. Penales, expulsiones, largas revisiones en el VAR y dos goles agónicos terminaron en el utópico triunfo del cuadro cochabambino.
Hasta la previa fue épica, pues el bloque en Yapacaní provocó la reprogramación del encuentro. Finalmente se jugó 24 horas después de los programado. En el primer tiempo, primó el juego, ambos dieron todo de sí pese a la humedad y el calor de ese momento. Palmaflor generó más opciones, Blooming tuvo las más claras y un penal marcaba la diferencia. Arismendi reaccionó tarde, tumbó a Ortiz y Cañete marcó el gol.
Se iba manteniendo el ritmo de juego en el complemento hasta que a los 60 minutos aproximadamente comenzó a llover. Terminó cayendo un diluvio en Villa Tunari. Pasados los 80 minutos, una mano de Romero en el área causó otro penal a favor de Palmaflor. Esta vez Álvarez anotó estirando la diferencia.
Casi de inmediato, en una complicada jugada por la cantidad de agua, Rodríguez descontó de taco, pero se cobró fuera de lugar. El VAR colaboró en la revisión, en primera instancia no hubo offside y por más de 10 minutos el árbitro central y uno de sus asitentes revisaron cada acción para terminar convalidando el tanto. Eso revivió a Blooming, aunque todo ese tiempo provocó que se haga imposible jugar fútbol, pues el césped se convirtió en una piscina.
El tiempo perdido en la segunda parte y las revisiones del juez hicieron que se adicionen 42 minutos. Por eso, sucedió de todo en medio del torrencial. Menacho fue expulsado, producto de la observación del VAR que determinó la torpeza del delantero. Increíblemente, después Sinisterra volvió a amargar a Palmaflor, pues en su segundo intento batió a un Adorno que parecía imbatible.
Todo volvió a cambiar, en ese momento el cuadro cochabambino se volcó al ataque. Los jugadores del equipo cruceño ganaban minutos, pero fue vana esa intención porque no llegaba el pitazo final. En eso, una barrida a destiempo de Becerra terminó en otro expulsado para la visita.
En el minuto 38 de adición, Orihuela consiguió un espacio, elevó la pelota de manera perfecta pese al peso del balón mojado, Cañete saltó, cabeceó con su último aliento, Uraezaña quedó desacomodado y el esférico pasó la línea de sentencia. Acto seguido, los jugadores de Palmaflor se deslizaron festejando en la piscina del Bicentenario. Todo el entorno de Blooming terminó incrédulo. Los espectadores en el estadio también estuvieron los más de 130 minutos. Fue utópico por donde se lo vea.