Los de Achumani dieron una lección de esperanza, de fe, cuando terminó el partido del 7 a 2 en el Hernando Siles, pocos quisieron moverse, las gradas seguían siendo una fiesta, el equipo ya estaba en el vestuario y de repente en Warnes pasó lo que parecía imposible.
Llegó el gol de Carlos Vargas y el Hernando Siles -que tenía las gradas casi intactas tras 10 minutos de adición en Warnes- explotó, la fiesta se completó, fue casi como un milagro, porque todo parecía definido, pero el fútbol es así.
La oportunidad ahora llega para el Tigre, Bolívar perdió todas sus ventajas deportivas y el Hernando Siles tendrá sus gradas vacías, con ajayus esperando por sus dueños, la Curva Sur volverá a ser una fiesta, la Norte que no estuvo habilitada, será también otra fiesta. Los paceños se verán las caras y el fútbol boliviano tendrá la final soñada.