El fútbol, la manifestación deportiva más importante del mundo, convoca a millones de apasionados seguidores y se destaca por su esencia popular. Allá donde hay un terreno baldío seguramente habrá cultores de esta disciplina. Razones suficientes para suponer que una cita mundial, como el campeonato que organiza Brasil, debe alegrar a propios y extraños, y mucho más a los sudamericanos que después de tres décadas y media recibimos a las selecciones más destacas del mundo.
Sin embargo, la reunión de Brasil 2014 muestra la otra cara de la medalla porque será un mundial elitista organizado con una entidad como la FIFA, que ha mercantilizado el fútbol y ha convertido a ésta en una cita prohibitiva para los de menos recursos. Brasil ha triplicado sus precios pensando en el gran negocio. El costo de las entradas es elevado. Las manifestaciones de protesta son por ésa y otras razones, el pan de cada día en todas las ciudades sedes. Los viajeros ven con temor el evento, porque trasladarse a Brasil y tratar de ingresar a algunos partidos tiene un alto costo, un promedio de mil dólares diarios.
Para los bolivianos, que todos los mundiales “los vemos por la tele”, tampoco son buenas las noticias, porque la transmisión está dirigida simplemente a los que tienen el servio de cable. Los demás a ingeniárselas para ver algún partido, ya que la televisión abierta sólo difundirá cuatro encuentros para el grueso de la población. Esto significa que no más del 30% de los bolivianos seguirá la cita más importante del planeta.
Para el país organizador será otra lección de despilfarro económico para complacer a los magnates del fútbol internacional, olvidando que éste es un deporte popular por excelencia. Por eso y más, éste será “un Mundial impopular”.
