El impacto de la crisis económica se siente cada día con más fuerza en el fútbol. El éxodo de futbolistas que buscan en otros países una solución a su futuro en entidades solventes es cada día mayor. El último en hacer las maletas y marchase es José Antonio López Silva, Toto (24 años), que emprendió el viaje hacia Bolivia para jugar en Aurora.
Un destino raro, “exótico”, como reconoce el protagonista, seguro de la decisión que ha tomado, cansado de dar tumbos por multitud de equipos españoles, algunos de los cuales aún le debe algunas mensualidades.
Bolivia no es un destino habitual, pero Toto no será el único español en esa liga. Con él viaja otro futbolista de Valladolid y ambos se encontrarán allí a casi una decena de jugadores españoles, entre los que hay otro extremeño, Edu Moya (Monesterio, 1981), que juega en el Bolívar (último campeón de la liga) a las órdenes de un técnico español, Miguel Angel Portugal. “España ha impreso una marca, la Marca España en fútbol, que es importante, lo cual da opción a que tanto futbolistas como entrenadores españoles tengan un valor que hace 20 años era inimaginable”.
Ese valor es el que tiene ahora Toto, que se encontrará el campeonato ya iniciado (la primera jornada se jugó durante el fin de semana). Sabe que ahora deberá darlo todo para ponerse al mismo nivel que los demás. No llega en blanco, ha estado entrenando con el Albacete, donde tenía una “remotísima” opción de quedarse. “Pero era prácticamente imposible. Entonces surgió esta opción de jugar en Bolivia. Sé que no es lo habitual, pero creo que es una oportunidad que no debo dejar escapar”, dice.
Todo se ha gestado en apenas una semana, cuenta Toto, muy agradecido por la colaboración que ha recibido de Antonio Martínez Doblas, consejero delegado del Cacereño, y Angel Rolo, vicepresidente deportivo del club verde. Porque el Cacereño es una de sus clubs. Defensa central (“aunque también puedo jugar por delante de la defensa”), se inició en el San Francisco, aunque en su etapa de infantil y cadete jugó en el CPC. De ahí pasó a las categorías inferiores del Real Madrid, donde jugó hasta juvenil. Después, el Levante juvenil de División de Honor, donde empezaron los primeros problemas. Después, filial del Castellón y Pontevedra. Más problemas y un pensamiento, dejarlo. Pero no. Volvió a casa, a jugar en el Arroyo. Dos temporadas. “Necesito jugar al fútbol, no puedo vivir sin él”. La última campaña la hizo en la UPP junto a su amigo Sergio Sánchez y a partir de ahora jugará al otro lado del Atlántico, en el Aurora, en la ciudad de Cochabamba. “Me voy por motivos económicos, me compensa”, dice sin tapujos. La familia estará lejos, pero todos le han apoyado en su decisión.
Fuente: PeriodicoDeExtremadura.com