Silencio, que juega Román

Los once del Palmeiras 2001 no se la pueden sacar a ese flaquito de azul y de oro, al igual que todos los equipos de la Libertadores 2007

Los once del Palmeiras 2001 no se la pueden sacar a ese flaquito de azul y de oro, al igual que todos los equipos de la Libertadores 2007 que el dueño de la 10 de Boca gana casi solo. Es Riquelme.

Roberto Carlos lo persigue con la camiseta blanca del Real Madrid y con la verdeamarelha de Brasil. Da lo mismo en el Santiago Bernabeu o en el Monumental de Núñez. Nunca lo alcanzó. Todavía lo busca. Pobre Roberto Carlos.

En Buenos Aires, Ronaldinho quiso sacar libreta y tomar apunte de la fantasía. Román la ve caer del cielo a toda velocidad y la da la espalda al balón. Con los ojos en la nuca y la mano en el talón, la entrega al compañero. Cortita y al pie. Cuatro segundos después, el mismo Riquelme la recibe para colgarla en el ángulo al que jamás Dida llegó ni llegará.

Silencio, que juega Román. Y Makelele enloquece. Y Zidane le pide a camiseta. Y todo River enmudece. Y la Alemania de Ballack no lo entiende. Y el Inter de Milán se desespera. Y Román la pisa. La pisa. La pisa… Joder. Parece que la suelta. Y ahí va Yepes. Y esa fracción de segundo dura mil años. Silencio. Bombonera, año 2000. El día más perfecto en la historia de Boca… Y la cancha se cae para abajo. Yepes pasó de largo y la pelota volvió a su dueño. Al reinventor del fútbol. Mil años pasaron en un movimiento de cintura. Riquelme acaba de inventar el caño y pase de toreo más lindo de la historia.

¿Juega Román? El amargo de Pellegrini (“el ingeniero”) lo mandó a trotar un semestre sin derecho a pisar la cancha, pero Basile lo saca del exilio. Lo pone de estandarte en su selección argentina. Primer partido contra Chile. Buenos Aires otra vez. Dos besos del torero y dos goles a la Roja. Al ángulo. A lo Román. Para vos, chileno.

Juega Román. Boca pierde 2 a 1 con Velez. La recibe. Camina y quiebra. Misil y golazo. La clava en un arco de la Bombonera, que es el jardín de su casa. Es octubre de 2009. Platea y locura. Boca lo dio vuelta. Valió la pena el esfuerzo. Le contaré algún día a mis nietos que yo vi jugar a Riquelme. Yo vi jugar al último 10.

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