Lo que pasó con Aurora en el Clásico Cochabambino fue una vergüenza, el equipo celeste no pudo acceder a su vestuario a medio tiempo por que la policía gasificó las graderias que están encima del vestuario celeste.
Sucede que los gases y las corridas en la tribuna ya deben ser un llamado de atención para el arbitro y el veedor del partido, no podemos abstraer al campo de juego del entorno, lo que pasa afuera es importante… y eso es algo que aún no asimilan los protagonistas, los encargados de impartir justicia y seguridad en Bolivia están en pañales en los temas referentes a conflictos en los escenarios deportivos.
Cualquier factor externo que influya en el compromiso debe ser causante para detener el juego, incluso, si es necesario, suspender el encuentro, hay cosas más importantes que ese partido de fútbol.
Ya pasó en Oruro, Kevin falleció y el partido entre San José y Corinthians se siguió jugando como si nada pasará, errores de control en accesos hicieron que ese suceso se transforme en tragedia, eso es imperdonable, el fútbol debe también profesionalizarse en la gente que maneja la seguridad y vela los intereses de todos los presentes, ni el arbitro Jordán, ni los comisarios, delegados, o veedores del Clásico Cochabambino hicieron algo para advertir que en las tribunas la normalidad se había terminado.
Peor aún, Aurora tuvo que descansar en el césped del Félix Capriles a vista y paciencia de todos, y para colmo el juez del partido no quiso colaborar con el Equipo del Pueblo, cuando estos pidieron alguna explicación.
Un muestra más de que en el fútbol de Bolivia el arbitraje, la seguridad, y el control policial de los estadios, no están listos, para esto que de repente se comenzó a generar, una inexplicable ola de violencia, aún inocente, pero que no se nos vaya de las manos.
