Las selecciones de Chile y Argentina disputarán este sábado la gran final de Copa América con el triste recuerdo de hace 60 años, cuando ambos elencos se enfrentaron por la misma instancia con un tinte de color rojo, pero rojo de sangre.
Mientras se espera con ansias el último juego del certamen, la anterior y única final jugada en Santiago por ambos países, el 30 marzo de 1955, tiene la chapa de ser la más triste del balompié sudamericano, con siete personas muertas y más de 500 heridos.
De manera invicta y tras ganar tres partidos, al igual que Argentina, la selección chilena, entrenada entonces por Luis Tirado, llegó a esa fecha final del Campeonato Sudamericano con una opción clara de quedarse con la corona por primera vez en su historia.
La sola presencia del local en el último juego agotó las casi 70 mil entradas del Estadio Nacional, mismo recinto en donde se jugará la final este sábado, e incluso –indican los periódicos de la época- con aficionados que se alojaron en las afueras del recinto.
Ante la situación, la policía ordenó que 700 efectivos se encargaran del orden y seguridad de la jornada futbolística, una cifra inédita en la época, y que también contempló el partido por el bronce entre Perú y Uruguay, de manera preliminar.
Sin embargo, todo fue insuficiente debido a que el público comenzó a aglomerarse frente a las puertas del coliseo e ingresó sin ningún control, quedando muchas personas atrapadas bajo las rejas de fierro del mismo recinto mientras la gente pasaba por encima.
Luego, ya dentro del estadio, la presión multitudinaria tuvo consecuencias adicionales con la caída de una tribuna provisoria, lo que implicó un saldo total por ambos incidentes de siete muertos, ocho heridos graves y más de 500 contusos de diversa gravedad.
Según testigos de la época, el caos en las puertas era total, con mucha sangre regada por todos lados y los heridos tendidos en la losa de ingreso, mientras paramédicos y policías practicaban técnicas de rehabilitación.
Pese a los graves incidentes, la dirigencia del balompié sudamericano ordenó jugar de igual manera los partidos ese miércoles 30 de marzo de 1955 y evitó avisarles de la tragedia a los futbolistas “para no sacarlos de su concentración”.
En el juego preliminar, el seleccionado de Perú derrotó 2-1 a Uruguay y se quedó con el bronce, mientras que, en la final, Argentina venció a Chile 1-0, perdiendo el elenco local la gran oportunidad de obtener por primera vez el trofeo.
A diferencia de los tiempos actuales, la cobertura de prensa local de aquella época centró su información en el resultado de los partidos y en la tristeza de perder la corona, y en un segundo orden se refirió a las muertes y los heridos en los momentos previos.
Según revista Ercilla, uno de los medios locales más prestigiosos de aquellos años, la policía culpó a la administración del estadio por el retraso en la apertura de las puertas, al tiempo que la administración apuntó a la sobreventa de boletos.
En esa época, el Estadio Nacional tenía una capacidad máxima de entre 65 mil y 70 mil personas, sin embargo una remodelación de hace sólo cinco años redujo el aforo a un total de 45 mil, público que se espera para el juego de este sábado.
En tanto, el diario La Nación de Santiago explicó que las puertas fueron abiertas sólo dos horas antes y que los bomberos debieron usar agua impulsada por sus mangueras para “dispersar a la multitud enloquecida por entrar y tomar un lugar en el interior”.
“Por los altoparlantes del estadio se explicó al público que el Nacional ya había colmado sus aposentadurías, lo que acrecentó las consecuencias de la desesperación de la muchedumbre”, indicó el rotativo publicado el día siguiente.
Mientras para Argentina el triunfo le significó su décimo campeonato, el seleccionado de Chile sigue sin ganar el certamen, por lo que este sábado espera obtenerlo por primera vez y 60 años después de ese trágico 30 de marzo de 1955.
Fuente: Razón.com.mx