La contundente victoria de Oriente Petrolero sobre Blooming dejó mucha tela para cortar. En primera instancia, gran parte de la parcialidad celeste sostiene que el resultado no es un fiel reflejo del desarrollo del partido, y que las cosas hubieran sido diferentes si los acompañaba la suerte. Sin embargo, se mire por donde se mire, la realidad es que, salvo en algunos pasajes del primer tiempo, la defensa Refinera no pasó grandes sobresaltos; y, en todo caso, cuando lo hizo se apoyó en sus referentes para salir airoso.
Blooming hizo un gran desgaste físico, también es cierto, pero los volantes nunca se conectaron con la inédita dupla ofensiva, compuesta por el experimentado –pero intrascendente– Andaveris y el brasileño Sales, que se había notado más cómodo en anteriores partidos. Es más, revisando todas las llegadas al arco de Viscarra, el más insistente fue el capitán, Joselito Vaca, que inclusó estrelló una pelota contra el poste. El resto del partido, la jerarquía del otro capitán, Ronald Raldes, para ordenar la defensa albiverde –que incluso se repuso, después de algunos minutos de desorden, a la lesión de Ribera– fue suficiente para brindarle tranquilidad al equipo y otorgarle a su hinchada la sensación de que la victoria no corría ningún peligro.
Por eso, entre otras cosas, la victoria fue categórica. El colombiano Gutiérrez, con un planteamiento inteligente, ganó desde antes de que comience el partido. Y a Soria, como había pasado en anteriores experiencias, le salió –casi– todo mal. Buscó que no pese el desgaste de tener dos partidos encima, pero resignó a jugadores que habían sido importantes en lo que va del semestre, como Guerreiro y Farell, que entró con el partido ya liquidado. Ahora, con el diario del lunes, se puede decir que: Oriente le ganó a Blooming, Gutiérrez le ganó a Soria y, en la cancha, Raldes le ganó a un solitario Joselito.
