Lo que sucedió en la Plaza Triangular en inmediaciones del Estadio Hernando Siles, era evitable, y al ser evitable deja de ser un accidente.
Hubo errores, fallas y falta de precaución. Bolivia debe ser de los pocos países en Sudamérica donde las hinchadas y equipos visitantes viajan sin un operativo policial a cargo. Esa inocencia que aún nos permite disfrutra del floclore del fútbol, puede ser peligrosa si dejamos que crezca la violencia.
Son cada vez más los hechos que suceden en los estadio y en el entorno del fútbol, y nadie hace nada, seguimos esperando que haya algún suceso de mayor calibre. Ya murió Kevin en Oruro por un irresposable control policial en Copa Libertadores, y a nadie parece haberle movido nada.
El domingo dos hinchas del Tigre terminaron en estado grave, lesiones craneoencefálicas y un herido de arma blanca fue el saldo de una pelea campal entre una fracción de la barra del Tigre y el grueso de la barra de Wilstermann. Ambas barras en estado eufórico y listos para el enfrentamiento, que es lógico pensar que pueda suceder si se cruzan dos hinchadas. Por eso la prevención. La Policía y el operativo de seguridad de un partido de fútbol debe contemplar este suceso.
No puede llegar una hinchada a una ciudad sin escolta policial, ocasionan destrozos por donde pasan, agreden a civiles, están en su mayoria en las barras en estado alcohólico, eufóricos y altaneros. Por eso es fundamental que el control no sea tan solo dentro el estadio si no que vele los intereses de la ciudadanía desde que una hinchada sale de un departamento hasta que llega al otro.
Basta de ser tan inocentes, el fútbol se está enfermando de violencia, y este no es un aviso nuevo, es una nueva mancha, esperemos que la Liga, los dirigentes, las autoridades, tomen cartas en el asunto, porque la única forma de curar esto, es con la prevención, el actuar antes de que sucedan más hechos de violencia, luego podemos lamentarlo.
