Tuvieron que pasar más de siete meses para que The Strongest volviera a ceder unidades en La Paz ante un equipo del interior. Sólo que esta vez, a diferencia de lo que había generado aquel empate a cero ante Real Potosí (21/09), significó un golpe mucho mayor. Principalmente, por cómo se dio el partido y por el presente del equipo en la tabla de posiciones (ganando, Bolívar, con dos partidos más, le sacará nueve puntos). ¿Le terminará costando al final del torneo? Todavía es incierto. Pero, para evitar que una situación de esta naturaleza se repita, será importante repasar algunas de las claves del empate a tres ante Guabirá:
No fue el partido de Daniel Vaca. El cruceño, que había sido figura ante Sporting Cristal, tuvo responsabilidad en dos de los tres goles de Guabirá: el primero y el último. En ambas jugadas, daba la impresión de que los cabezazos de Saucedo carecían de la potencia necesaria para acarrear peligro.
Farías lo dio por terminado después del 3-1. Y no hay mucho que recriminarle: en ese momento, parecía que la victoria estaba asegurada. El problema fue que, en su intento de darles rodaje a Ramallo y Ortega (que, encima, fueron apuntados por la hinchada tras el pitazo final), dejó muy descompensado el mediocampo. Da la impresión de que Valverde podría haber sido una alternativa más apropiada para llenar el vacío que dejó la salida de Castro y Chumacero (por quien ya había ingresado Alonso, otro hombre de punta).
Faltó contundencia. En el primer tiempo, a pesar de haber terminado en ventaja, el Tigre ya había perdonado en un par de ocasiones inmejorables; y en el segundo, aunque parecía que había entrado con más determinación, fue más de lo mismo. Eso, además de la buena actuación de Acosta, evitó que llegue al último cuarto del partido con una ventaja irremontable.
