Si la presión de la localía pesa, distinta y no menor es la de llegar como el monarca. La selección charrúa, portadora de ese codiciado escudo dorado reservado para el actual campeón, aún extraña a Forlán, que le dijo adiós a sus selección hace poco, y al suspendido Luis Suárez, el alma de la celeste en Brasil 2014. No es que falten nombres: por ejemplo Edinson Cavani tuvo una temporada de aplauso en el PSG. Jamaica, por otro lado, llega como invitada después de ganarse un puesto en la Súper Copa América 2016 por ser la campeona de la última Copa Caribe.
Pero juegan los hombres y no los nombres. En la cancha del estadio antofagastino Los dirigidos por Winfried Schäfer se le plantaron a los hombres de Oscar Tabárez y no los dejaron hacer su juego. Dos líneas de cuatro muy disciplinadas de los caribeños propiciaron que hubiera solo dos remates directos a portería de Uruguay, y prácticamente una paridad en la posesión del balón. Los jamaiquinos no se reservaron nada y mantuvieron el orden –pese a ciertas limitaciones técnicas– aún después del gol del Cebolla Rodríguez a los 7 del 2T, que llegó en una carambola después de un balón detenido. Laing, Brown y Barnes, con sendas llegadas sobre el arco de Muslera, no dejaron en paz a la defensa oriental y se llevaron los aplausos del público.
Los Reggae Boyz terminaron arrinconando al campeón en los últimos minutos y casi no merecían perder. En el estertor del partido, Stuani estuvo a punto de aumentar la cuenta mientras Oscar Washington Tabárez se veía preocupado en la banca. Es linda la corona pero pesa.