En 2011 jugó por última vez en un equipo nacional y desde entonces poco o nada se ha sabido de él. Se fue a Francia y de ahí a Suiza, donde actualmente radica con su familia.
Desde hace unos días está de regreso en el país, aunque sólo temporalmente. Vino a ver a su madre y sus hermanos, y a visitar la tumba de su padre. De paso aprovecha para saber cuándo atigrados y celestes terminarán de pagarle viejas deudas.
“Hoy por hoy juego por hobby, es que no quiero dejar aún el fútbol. En Suiza estoy en el Meyrin Fútbol Club, que es un equipo de Tercera División. Junto con mi familia, mi esposa Domitelle y mi hijo Mateus, nos fuimos a este país donde de alguna manera sigo la práctica activa”.
En su época fue un notable lateral izquierdo. De gran despliegue físico. De una gambeta efectiva. Se “comía” la cancha por su banda, subía y bajaba. Todo eso también lo llevó a jugar en la selección nacional.
Desde que en 1995 debutó en The Strongest —donde jugó en varios periodos—, también actuó en Bolívar, San José y Real Potosí. En México estuvo en Tigres y en Albania en el Tirana FC.
Sin duda, de todo ello lo mejor fue su paso por los dos “grandes” equipos de La Paz.
Nunca hubiera querido irse de los clubes en donde mejor le fue con problemas por deudas. Tanto en The Strongest como en Bolívar le fallaron, y no tuvo otra que acudir a la justicia para cobrar.
“Estoy viendo cómo marchan los procesos judiciales con Bolívar y The Strongest. Siempre quise arreglar con ambos en su momento, pero no quisieron conciliar”.
En Suiza, donde radica, “me asombra cómo se les da dedicación a los niños, sobre todo hay una enseñanza personalizada. Cosas así deberíamos copiar. El fútbol, el deporte en general, hay que inculcarles desde el colegio. Me parece muy bien que el Estado organice Juegos Plurinacionales, se da participación a la niñez y a la juventud, sobre todo de las provincias. Ahí pueden surgir grandes valores”.
Sueña con ver destacar a equipos bolivianos a nivel internacional. “Lo poco que se ve en Europa, por ejemplo, es la Libertadores, algunos partidos, no todos. Y da pena que a los equipos bolivianos les vaya tan mal. Nuestros clubes de alguna manera tienen que hacer grandes papeles, y eso es trabajando primero en las bases. Incluso, ese es el camino para que futbolistas nacionales vayan a jugar al exterior”.
Fuente: La Razón