Cerramos el 2012 con una humillante derrota de la Selección mayor, iniciamos el nuevo año con las dolorosas caídas de la Sub.20 y a renglón seguido uno de los grandes del fútbol boliviano; el que más actuaciones internacionales tiene sufre una vergonzosa goleada en la Copa Libertadores.
Tres actuaciones que ruborizan a los aficionados al futbol y ningún directivo de élite parece sentirse afectado . Nadie pone en dedo en la llaga, nadie solicita informes de los responsables para explicar razones y lógicamente buscar remedios. Todos parecen estar empeñados en olvidar el mal momento y esperar simplemente que las soluciones lleguen como por arte de magia.
El público, que es el sostenedor del fútbol, necesita conocer las posiciones que se adoptan para poner freno a una de las etapas más críticas que vive la actividad futbolística. El hincha ya está cansado de ser pasivo espectador de los errores que con frecuencia cometen los conductores de esta disciplina, y eso se advierte en la ausencia de espectadores que sigue a cada resultado adverso con característica de desastre.
Para colmo tiene que asimilar explicaciones increíbles de los actores de cada derrota y tratar de entender declaraciones conformistas que no solo aceptan las goleadas como algo normal, sino que incluso relievan pobres actuaciones dándole rotulo de grandes producciones.
Si no empezamos por reconocer habernos equivocado en la preparación, el planteamiento o el trabajo logístico. Si nos sentimos conformes con derrotas porque rebuscamos atenuantes que nos permitan disimular nuestros desaciertos, estamos en grandes problemas.
Seguir por esa senda es como preparar el caldo de cultivo para que desde el exterior, continúen viéndonos deportivamente como integrantes de ese nada selecto grupo de, “Nacidos para perder”.
