El boricua dio una clase de boxeo, en el primer round derribó al campeón vigente tres veces y sacó la diferencia para lograr el título en el noveno por un KO técnico.
La pelea no tuvo equivalencias. Cotto arrancó a 1000 revoluciones, Maravilla a uno por hora, y la diferencia de velocidad se notó en por lo menos 7 puntos de diferencia entre ambos hasta el noveno asalto, cuando la esquina de Sergio Martónez decidió tirar la toalla.
El argentino sufrió la pelea, cada golpe era un sacudón al cerebro del boxeador sudamericano, mientras que Miguel Cotto se apoderó de cada centímetro de un cuadrilátero que hervía con el aliento de los centro americanos en el Madisson Square Garden.
La diferencia en estrategia, golpes y puntos, se reflejó en el rostro y piernas de Maravilla, y la alegría al final del boricua que se robó su cuarto cinturón mundial en una cuarta categoría, fue una paliza con sabor a gloria para el ganador, con olor a despedia del que más hizo por el boxeo sudamericano en el último tiempo.
Todo tiene un inicio, Cotto, todo tiene un final, Maravilla.
