El sentimiento de ganar un partido importante. Las manos a la cabeza, caminar por toda la cancha con una expresión de no incredulidad a lo que sucede y que el público coree su nombre: “Delpo, Delpo, Delpo”. Las emociones podían más, aunque no paraba de pestañar para evitar llorar, las lágrimas cayeron.
Un país entero vibró junto a Juan Martín del Potro esta semana. Con un partido apretado ante el español Rafael Nadal y más que la victoria nos dio una lección a todos los deportistas y aficionados.
Un atleta galardonado a nivel mundial. Decenas de títulos, Top 10 del mundo y siempre dando problemas a los mejores del tenis. Pero, ¿Qué es lo que realmente nos apasiona? ¿Qué gane la medalla de oro o hay algo atrás?
Del Potro se robó el corazón de todos en Río, pero porque nos apasiona, nos inspira ver gente que no se rinde. Que pelea hasta el último minuto y logra triunfar. Porque el héroe nos es el que triunfa siempre. Es el que cae, sufre, pero se vuelve a levantar. Es el que demuestra su humanidad. El humilde que revela grandeza.
Por esto, “Delpo” está cumpliendo su sueño y el nuestro. Y hoy, ante Andy Murray en la final, ya no nos importa si es oro o plata, los corazones lo acompañan con un cariño ciego.
“Estás temblando como un chico”, le dice un periodista de ESPN que dejó de lado su papel y se mostraba igual de entusiasmado que el tenista. Las lágrimas no podían parar y aunque habían pasado más de 20 minutos de que hubiera acabado del partido, Juan Martín del Potro estaba con la misma ilusión en los ojos, cómo cuando se gana la primera medalla.