Fue la final de la bravura. Quedó como la pulseada de los más fuertes, de los que no escatiman la energía y se sacan chispas con la mirada. Pudo haberle ido mejor a Lanús. Pero también pudo haberse quedado sin nada. Los granates jugaron con personalidad, se plantaron firmes y se trajeron frente a Ponte Preta un 1-1 alentador para el desquite del miércoles próximo, en Buenos Aires. Aún por estas horas deben estar doliéndoles los músculos. Y ese habrá sido el síntoma más notorio del sacrificio en la Copa Sudamericana.
Lanús no cambió para el partido decisivo. Mantuvo el esquema con tres delanteros, con Pereyra Díaz por Acosta, desgarrado, y con tres mediocampistas, con el regreso de Ortíz, que cumplió la suspensión. Trató de afirmarse con Somoza como eje y de retroceder en bloque cuando los brasileños tuvieron el dominio ofensivo.
El equipo dirigido por Barros Schelotto cumplió en el despliegue, la lucha y la concentración. Pero casi nunca pudo hilvanar una jugada asociada para llevarle peligro a Ponte Preta. Apenas si podrá mencionarse en la primera parte un pelotazo de Somoza en el que Silva se demoró en la apertura para Pereyra Díaz. Los envíos largos para el uruguayo se repitieron y perdieron sorpresa. Ponte Preta pasó la zona central con velocidad y, de a ratos, se volvió difícil de controlar. Estuvo cerca del gol con un remate de Felipe Bastos bien resuelto por Marchesín y con una réplica de Rildo, tras un córner de los granates, en el que César definió sin convicción.
El desarrollo se volvió enredado y ninguno le escapó a la pierna fuerte en la caldera del Pacaembú. A veces, se jugó con el corazón y se metió sin pensar. El árbitro Silvera calmó los ánimos, pero pudo haber sido más severo con las tarjetas. El ritmo de los locales decayó con los minutos y lo mejor de Lanús se vio en los últimos diez del primer tiempo. Ortíz tuvo más presencia. Velázquez subió con más frecuencia por el lateral izquierdo y Pereyra Díaz participó más seguido. El equipo argentino pudo haberse ido en ventaja al descanso, pero Silva se perdió un gol increíble. Fue luego de un desborde de Pereyra Díaz, entre amagos y aceleración, el centro rasante descolocó a Roberto Tigrão y el N° 9, con el arco vacío, remató afuera. Pareció haber subestimado la situación porque le pegó con la parte de afuera del pie derecho. Insólito.
Sólo en situaciones muy puntuales pudieron soltarse porque, generalmente, se sintieron más cómodos con el contraataque como herramienta fundamental. Ponte Preta intentó más con los tiros desde lejos, pero casi siempre estuvo bien ubicado Marchesín.
Hasta que Lanús dominó a la mole y la dejó en silencio. Fue tras una infracción a Silva. Goltz, otro de los guerreros, se paró firme y puso el arco entre las cejas. Le pegó con el alma, la pelota hizo una comba y se clavó cerca del palo derecho. Golazo. La conquista robusteció a los argentinos, que nunca bajaron las revoluciones en cuanto a la entrega. El mismo zaguero pudo haber aumentado, pero Roberto Tigrão salvó el cabezazo.
Fue una lástima porque el empate de Ponte Preta llegó cuando Lanús parecía más afirmado. Fue una falta dudosa de Izquierdoz. Un tiro libre perfecto de Felipe Bastos y el 1-1 impactó en el ánimo de ambos. Los granates retrocedieron y resistieron para quedarse con el punto. Los brasileños se olvidaron del cansancio y arremetieron contra el área adversaria. Lanús pudo haberse quedado sin nada con otro tiro libre de Felipe Bastos que rebotó en el travesaño. Pudo haber sido mejor para los argentinos, pero la suerte se define en su casa al sur de Buenos Aires.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=aqaJuKEj06Y[/youtube]Fuente: Canchallena.com