Una de las profesiones más ingratas es sin duda la de los árbitros de fútbol. Cuestionados permanentemente –con y sin razón—, recusados por la miopía de dirigentes, técnicos, jugadores y a veces también comunicadores, siguen fieles a su tarea, sobrellevando una carga de excesiva responsabilidad.
Es una de las pocas profesiones que tiene fiscalizadores que se cuentan por miles en cada escenario y millones que siguen su labor a través de la radio y televisión mundiales.
Pese a que todos reconocen que como humanos son proclives a cometer errores como el resto de los mortales, pierden ese reconocimiento en el desarrollo de un partido, porque en las tribunas no son simples seres humanos los que juzgan. Son hinchas que al calor de la preferencia por un equipo se transforman. Pierden la compostura de respetables profesionales o empresarios de elite para dejarse llevar por esa inexplicable pasión que no acepta otro resultado que no sea el éxito de los que apoyan. Y cuando el mismo es negativo el primer responsable es el que dirige el encuentro. Parecer ser ese, el recurso que está mas cerca y en alguien hay que desfogar la furia contenida, hasta llegar al intento homicida como sucedió en la capital con Bruno Martinez, luego de la derrota de Universitario frente a Bolivar.
Al haber rebasado esa actitud los limites de la tolerancia, alguien tiene que salir en defensa de esos profesionales que reciben una pobre retribución económica y arriesgan su integridad ante la furia de energúmenos vestidos de hinchas.
Es hora de que el reclamo de los directivos de ABAF merezca el respaldo de los conductores de la Liga Profesional y la FBF . Un apoyo que sirva al mismo tiempo para sentar precedente, evitando lamentables consecuencias futuras. ¿no les parece?.