De entrada, Vinícius sorprendió a propios y extraños al incluir a William Ferreira dentro de su equipo titular. El uruguayo fue su as bajo la manga para dejar mal parado a Sanz y, por pocos minutos, le funcionó casi a la perfección (sólo faltaba el gol).
El brasileño dejó de lado su habitual 4-1-4-1 por primera vez desde que asumió como entrenador de Bolívar. Como variante, apareció el clásico 4-4-2, que –según sus palabras en la conferencia de prensa– era más un 4-2-4 al momento de presionar en ataque.
Lamentablemente, con el correr del tiempo, el equipo celeste se fue desdibujando. Y tras la salida del delantero charrúa y la expulsión de Bejarano, terminó más expuesto que nunca: volvió a demostrar fragilidad en defensa e increíblemente (ya ganaba por dos goles) terminó pidiendo hora.
¿Por qué se resignó la nueva propuesta y se regresó a la anterior? Eutrópio prefirió no decirlo directamente –el trajín volvió a servirle como escapatoria–, pero, a estas alturas de la temporada, empieza a parecer que es parte de su naturaleza ceder el protagonismo.
