Ya es una vieja y mala costumbre que al iniciarse una nueva temporada futbolística asomen los mismos problemas del pasado, sin que los directivos de elite puedan encontrar remedio al endémico mal.
A quince días de la primera fecha del torneo profesional vuelven a surgir denuncias en torno a las deudas que varios clubes mantienen con sus jugadores.
Una historia repetida en los últimos años sin que se vislumbren soluciones, pese a los ejemplos internacionales sobre casos similares que bien pueden incluirse en las disposiciones reglamentarias, evitando seguir viviendo en la incertidumbre.
Diez de los equipos ligueros figuran en la lista de los que incumplen compromisos contraídos y la suma adeudada supera el medio millón de dólares, lo que hace improbable que surja la solución en solo un par de semanas
A eso se sumó el conflicto que mantuvieron Liga Profesional y Asociación Nacional en torno al número de protagonistas que debe tener el nuevo torneo, sin estudiar pros y contras de una medida de esa naturaleza.
Los primeros parecen entender que al sumar dos o más equipos, encontraron el remedio al bajo nivel técnico que mantiene nuestro futbol. Algo que resulta difícil de entender, porque los nuevos entraran en la misma política de contratar veteranos que están cerca de dejar la actividad o acudir a jugadores extranjeros con escaso cartel.
Ninguna de las partes en conflicto se preocupa por buscar soluciones de fondo, pensando en una tarea a mediano y largo plazo, que es lo que nuestro futbol necesita con urgencia.
Una Liga Profesional sin proyectos, se conformara con programar otro certamen carente de atractivos especiales, pese a algunas lecciones que dejaron los organizadores de los torneos de verano e invierno en el pasado.