El Salar es un lugar majestuoso, inmenso y con un horizonte infinito uniéndose al cielo, tiene una energía única -magnífica- para inspirar a cualquiera que pase por él, ni bien ingresas sobre él, genera un silencio en todos para deleitarse con su grandeza.
En la última gran actividad de la Segunda Caravana por las Rutas del Dakar tuvimos la chance de cruzar por un territorio casi Virgen, de un extremo a otro y pasar por el Salar de Potosí a Oruro, Yendo por caminos alternos -altamente exclusivos para las 4×4 que nos llevaron- llegamos al Salar, una experiencia realmente con tintes de Dakar. Quizás en algo más de 100 días, tendremos a las motos por esas mismas sendas que pisamos ayer en busca del ingreso al Salar.
Cruzamos desde Potosí al sur de Oruro, llegamos y nos dio la bienvenida el Thunupa, una montaña milenaria y comunidad productora de Quinua (independientemente) dan el pie para poder pasar a las Salinas de Garci Mendoza (Ahora denominadas Salinas de Thunupa por Evo Morales).
La gente emocianada que nos recibió, nos hizo presentir que el paso del Dakar les va ha cambiar la vida, la puerta sur del departamento capital del Folklore Boliviano es simplemente única, con paisajes exquisitos para la vista, con gente amable y noble, con una historia diga de ser contada (lo iremos haciendo en capítulos nuevos de esta aventura), con una capacidad productiva pocas veces vista en comunidades de este tipo.
Las Salinas son una extensión al Salar, con un paisaje distinto al majestuoso gigante de Uyuni, pero no menos admirable y hermoso para el deleite de la gente que visita ese lugar.
En esa isla de las Salinas el recorrido será 100% dakariano, pero sobre el salar la experiencia es otra, uno puede alcanzar -con facilidad en una vehículo particular- 160 kilómetros por hora, uno imagina que las motos literalmente volaran sobre el cielo más tangible del planeta cuando pasen por este sector de la competencia.