Antes del cuarto penal de la serie, Wilstermann había estado muy fino a la hora de rematar; Thomaz, Chávez y Olego aseguraron sus tiros. A eso hay que sumarle que Sol de América había empezado la serie fallando, por lo que el panorama pintaba bien. Más aún sabiendo que el próximo ejecutor era Marcelo Bergese, una de las principales figuras del equipo. Pero todos vieron cómo terminó la historia: Silva atajó ese penal y, con la tanda igualada, los paraguayos sacaron ventaja en el uno a uno.
Lo que (casi) nadie vio, fue todo lo que pasó antes de la ejecución de Bergese. Después de estar a centímetros de contener el tiro de Samaniego (incluso llegó a rozar el balón), Olivares se tomó la cabeza, desahogó su frustración con un grito y se ubicó a la derecha del arco, disponiéndose a continuar con la tanda. Pero algo andaba mal. Por protocolo FIFA, cuando es el turno de su rival, el arquero debe ubicarse a las espaldas del juez de línea; es decir, al lado izquierdo del arco. El árbitro lo advirtió y, cuando Bergese se disponía a rematar, le pidió al chileno que que cruce el área. Lo que Olivares hizo, fue cruzar por detrás del arco; para apresurar el paso, uno pensaría, pero fue un poco más que eso. Al pasar, el arquero miró fijamente a su compañero y le señaló el ángulo inferior izquierdo, aconsejándole que dirija ahí su remate. Sin embargo, el ‘7’ Rojo optó por destinar su tiro al lado opuesto y a media altura. ¿Qué hubiera pasado si decidía seguir el consejo de la Araña? Nunca lo sabremos.