El sol era insoportable. De las graderías brotaba un vapor asfixiante a poco de que se inicie el partido. Pero los montereños estaban dispuestos a aguantar eso y mucho más con tal de estar presente en un día histórico: el día del retorno de Guabirá.
Antes del partido, varias bolsas volaron por los aires. Estaban llenas de papel picado que debían lanzarse al aire cuando Guabirá hubiera ingresado a la cancha. El plan resultó, el recibimiento fue colorido porque también hubo humo y globos.
Durante el juego y en procura de mitigar la temperatura, hicieron la ola mexicana y después fue esperar para el festejo, con las canciones del club que retumbaban y con gritos de aliento para el plantel por el deber cumplido. Después de la premiación y la vuelta olímpica, el festejo se trasladó a la plaza, con bocinazos y banderas ondeando al viento. Montero y el norte ya tienen su premio.
Fuente: El Deber