Callejón por un lado, Arce por el otro, nunca se encontraron y Bolívar cayó en la trampa que Colo Colo, que se llevó mucho tiempo en los bolsillos y un punto que encontró en el camino.
Porque Bolívar generando poco, encontró un penal, que terminó en gol, Arce anotó con dudas de Dario Herrera -una de las tantas que tuvo el juez argentino- y cuando parecía que la Academia encaminaba su triunfo le volvió a costar puntos su ineficiente manera de defender la pelota parada, Riveros cazó una pelota en el área tras un corner Albo y selló el empate que fue definitivo.
Porque Bolívar nunca se conectó, el medio campo de la Academia aísla a los habilidosos, no los pontencia, no los junta, los separa, los hace distantes. Sin conexiones, sin sociedades, Bolívar perdió el control del encuentro, ya sin Justiniano y Arrascaita en cancha, la Academia tampoco encontró soluciones. Sólo con Ferreira en cancha pudo conectarse por algunos minutos, pero duró poco.
El partido entró en la zona de confort del Cacique, aunque el travesaño le dijo no a Bolívar en dos ocasiones -una al minuto del partido y otra a los 72 minutos- la historia estaba escrita, no hubo rebeldía para cambiarla en el campo de juego del Siles.