Foto: La Razón
Lo que mal empieza, mal termina, es una ley de vida y los altos dirigentes de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), no han sido la excepción.
Pasó un año de aquella indignante reelección de Carlos Chávez en una plaza, tras el circo montado, por alguien, hasta el día de hoy no tenemos certezas de que es lo que pasó esa tarde del 1 de septiembre en Trinidad. El 46° Congreso Ordinario de la FBF fue instalado con algo de demora en la capital Beniana -un modus operandum habitual, llevar las reuniones importantes a lugares distintos y lejanos de las ciudades- un gas de humo con olor, que fue lanzado dentro del salón encendió las alarmas. Finalmente se logró el quorum en el segundo piso del edificio y comenzaron los discursos. Ahí llegó la policía, invadió el salón desalojó a todos -era una película guinada- con gases de por medio, y aduciendo una amenaza de bomba; Obligaron a salir de la sala a los opositores y al bloque oficialista.
Foto: La Razón
En ese momento los opositores de Carlos Chávez -eran menos pero con mucho peso- se fueron; Su gra respaldo esa tarde fue la Asociación Nacional Fútbol -Walter Torrico y Freddy Cortéz entre ellos- más algunos clubes ligueros que se quedaron, Carlos Chávez decidió seguir con el show y el acto. Votaron en una plaza, nadie sabe quiénes votaron, no hay registros legales de esa votación. La reelección se consumó, Chávez fue héroe y martir para algunos; Villano y la mente maquiavélica de lo sucedido para otros.
El tercer mandato de Carlos Chávez se consumó, era nuevamente el elegido para gobernar en el fútbol boliviano. Su poder se basó siempre en el buen manejo de las normas y los estatutos, sabe cada letra, párrafo y cada coma que dictan los documentos de la Federación Boliviana de Fútbol; Cada uno de los artículos que cita desde Palmasola, se los sabe a la perfección, siempre les sacó ventaja al resto por su gran dominio de las letras frías. El papel aguanta todo y Carlos Chávez se encarga de que le aguante todo.
Ha pasado un año desde esa vergonzosa tarde, Conmebol no se pronunció, todo era legítimo para ellos. Es más hubo carta de felicitación para su Tesorero, un año antes ya ocupaba ese puesto en la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Así comenzó el tercer mandato y seguramente el último de Carlos Chávez, la guerra por el poder de la Federación Bolivia de Fútbol inició ese día. El oficialismo no contaba con el debilitamiento de sus cimientos en este periodo, el escándalo de Suiza deparó en una imagen como instituciones corruptas y moralmente débiles a la FIFA y Conmebol.
El otro frente aprovechó el momento, la Fiscalía comenzó una investigación al día siguiente de los sucesos en Zurich, Carlos Chávez votó por Blatter en Suiza y volvió a Bolivia, prepotente como era su característica llegó a Sucre, seguro que su inmunidad lo haría intocable ante una justicia cansada de sus constantes burlas y sarcasmos. Terminó detenido preventivamente, aún sin que lo juzguen, está en Palmasola, desde allá intenta mover sus hilos -que son largos – la Conmebol aún lo defiende. Pareciera que la soberbia no se le fue, Carlos Chávez cambió el café que usaba de oficina, por el Pabellón # 1 del centro penitenciario cruceño. Sigue firmando cartas y amenzando a quiénes antes lo apoyaban, a esos que ahora quieren quitarle su lugar. Sigue usando sellos y membretados de la Federación, sigue teniendo gente leal, como hace un año, su fortaleza ya no está en algunos dirigentes de la ANF, hoy busca refuerzos internacionales.
Carlos Chávez, comenzó su mandato en una plaza y ahora intenta mantenerlo desde una celda, en tan sólo 365 días las cosas cambiaron; No quiere que se termine su poder, pide auxilio y castigo al fútbol que dice amar y defender. La oposición no estaba lista para esta coyuntura, fue todo muy rápido e inesperado, mientras intentan construir fortalezas y trincheras, la guerra sigue, el poder quedó vacante. Y lamentablemente, el fútbol es la peor víctima inocenete en esta guerra.
Foto: Correo del Sur
