Oriente Petrolero sufrió el peor resultado en la historia del fútbol boliviano, como un plus para la vergüenza, fue en casa, fue en Santa Cruz, fue en su hábitad, en el llano y ante un equipo de las mismas condiciones geográficas, pero con una gran diferencia económica, pero sobre todo futbolística, humillante derrota por 10 goles a 1 en Santa Cruz ante Fluminense.
La explicación seguramente será que Oriente cuidó a su equipo pensando en el torneo local, pero la gente que entró al campo no estuvo a la altura, y tampoco está a la altura el fútbol boliviano, esta nueva marca de diez goles en contra uno, es solo una muestra más que el fútbol boliviano nunca tocará fondo si no se toman medidas serias.
El partido carece de cualquier análisis porque los dardos deben ir apuntados a los 30 años de letargo que tiene un gran sector de la dirigencia del fútbol boliviano, sobre todo a aquellos que aún apuntan a las condiciones geográficas del país como el principal problema del nivel del fútbol boliviano, y que en lugar de buscar combatir y mejorar la competencia en todos los rincones de Bolivia, piensan que ganar por 1 a 0 debe valer lo mismo que ganar por 10 a 1, hoy lo sintieron en piel propia, la brecha va más allá de la geografía.
La brecha del fútbol boliviano reflejada en esta humillante goleada, está en no entender que dejó de ser un juego para convertirse en una industria, en la que gran parte del fútbol boliviano no está preparado para pertener y mucho menos para la alta competencia, porque eso es algo que en Bolivia, no aplica, no mientras seguimos involucionando.