Fútbol expiatorio

Siempre será útil tener a quién responsabilizar, además aceptémoslo, es más fácil

Los equipos de fútbol profesional, son irregulares en todo el mundo, encontrar regulares es la excepción, a veces existen 1 o 2 por campeonato, y en algunos casos ni siquiera eso, si existen equipos irregulares es lógico pensar que es un problema de sus partes, actores que dan funciones 1 a 2 veces por semana, y que son juzgados por una cruenta crítica, más tajante y condicionada que la del crítico con más anticuerpos de Broadway y poco importa si es justificada o no, lo que el hincha fanático necesita es entregar esa atribución de responsabilidad a alguien que participe dentro del espectáculo y así poder descansar en la calma de que la integridad de su club siga intacta, que quede claro, no se puede culpar a un símbolo o al mote surrealista y lleno de inseguridad que el fanático le decidido colocar para que el club se mantenga inmaculado.

En todos los escenarios que nos ofrece nuestra vida, todos fuimos espectadores de este acto desalmado y ridículo, siento profundo lamento por los que fueron protagonistas, que desdicha, la cuestión es que siempre hay uno que es el primer apuntado, aunque la culpa sea compartida, incluso cuando no haya tenido la culpa. En la vida no se llega a los extremos que nos lleva el fútbol, disculpen, al fútbol tampoco puedo tocarlo, mejor digo: su entorno, donde el insulto se usa para condicionar, una diversión para las masas, pero cuando el insulto y la agresión es para condenar, que el último apague la luz.

Pero no sorprende, estos actos sociales son tan antiguos como el origen del fuego. El actuar del mediocre siempre es predecible porque no le molesta transitar el mismo camino, así que es reincidente porque considera ese camino accesible y seguro, el problema que nunca sospechó, ni lo hará, es que no conoce otro camino para comparar, solo lo asume. A esto debo sumar que siempre será útil tener a quién responsabilizar, además aceptémoslo, es más fácil, y si el infeliz en cuestión ayuda equivocándose, mejor, y si la imputación es más o menos generalizada, mucho mejor, la masa se regocija de tener a su merced una víctima para carnear a placer, y si, puedo seguir pero para que sigo.

Los jugadores siempre están propensos a participar de una jugada desafortunada, los directores técnicos a hacer una declaración políticamente incorrecta, malinterpretada o fuera de lugar, esto será olfateado rápidamente por el fanático que decidió ser relevante desde el estrado imaginario y la ilusión de un juez justo.

A nosotros los periodistas y comunicadores nos alcanzó la onda, porque nuestra opinión al parecer puede cambiar lo que suceda dentro de un terreno de juego, si es un juego, aunque muchos consideren que es el lugar adecuado para mostrar su peor versión, bajo la justificación más banal, del amor incondicional.

Todo es admitido en la cruzada de proteger la limpia e impugnable grandeza de un club y cuando digo todo lo hago abatido y desanimado.

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