El mundo del fútbol se entristece por la partida de una leyenda, Franz Beckenbauer abraza la eternidad a los 78 años y deja un legado difícil de olvidar. El Káiser fue campeón de Europa, de la Copa del Mundo y 2 veces ganador del Balón de Oro, icónico defensor del Bayern de Múnich donde coincidió con Ramiro Blacut y del Cosmos de Nueva York, cuadro con el que llegó a La Paz para jugar un amistoso ante un combinado entre Always Ready y Bolívar.
El alemán conquistó la Copa del Mundo de 1974 como jugador y la de 1990 como entrenador. Su llegada al Bayern de Múnich fue a los 14 años, debutó en 1964 en segunda división y en 14 campañas ganó 4 Bundesligas, 4 Copas de Alemania, 3 Copas de Europa, 1 Recopa de Europa, 1 Copa Intercontinental, 1 Trofeo Mohamed V y 1 Regionalliga Süd. Todo el talento demostrado liderando la última línea del cuadro Bávaro y del combinado Teutón, lo llevó a llevarse el Balón de Oro en 1972 y 1976.
Bayern de Múnich no solo lo conectó con su selección, sino también con amigos que miraban al fútbol como un deporte casi profesional. En 1965 coincidió con Ramiro Blacut, el primer latino en el equipo que viajó a Alemania luego de la consagración nacional de 1963 para prepararse académicamente, además del legendario goleador Gerd Müller.
Aquel trío se encargó de devolver al equipo a la Bundesliga luego de una temporada. Ponerse el overol era necesario no solo dentro del campo, sino también afuera para obtener algún ingreso económico adicional: Beckenbauer trabajó en mensajería, Müller cargando muebles y Blacut en obras de construcción.
Luego de su paso por el cuadro Bávaro, jugó en Estados Unidos junto al Cosmos y en 1978 llegó a La Paz para un amistoso ante un combinado entre Always Ready y Bolívar. Los jugadores del denominado CAR – Bolívar fueron Carlos Tórrez, Rodolfo Cornejo, Benjamin Robles, José Solórzano, Carlos Dalmazzoné, Mario Pariente y Carlos Barreiro del Millonario y Pablo Baldivieso, Porfirio Jiménez, Carlos Aragonés, Ricardo Troncone, Carlos Conrado Jiménez y Jesús Reynaldo de la Academia, todos bajo la dirección de Wilfredo Camacho.
Aquel duelo fue favorable para los locales que lucieron un uniforme blanco con una banda roja diagonal. Porfirio Jiménez y Mario Pariente pusieron el 2 a 0 en el tablero, mientras que Óscar Ortubé fue el juez del compromiso. Esa jornada del 18 de noviembre también fue inolvidable en el camino del Káiser que ahora descansa entre el recuerdo y la nostalgia.