Junio de 2013, Brasil con algunos de sus estadios nuevos y otros refaccionados es sede de la Copa de Confederaciones, torneo relativamente nuevo en el ámbito de la FIFA, y que es el test más formal que los anfitriones de los mundiales deben pasar ante los ojos del ente máximo del fútbol internacional.
En el campo de juego todo transcurre con normalidad, incluso con un campeón aclamado antes del ruedo, Brasil alza el trofeo y casi 80.000 torcedores festejan en las graderías del mítico Maracaná, sin embargo en las calles son muchos más los que protestan y reclaman durante cada jornada porque no están de acuerdo con los gastos realizados en el torneo y con el alza de precios en el transporte público, además de ausencias en el campo social que, encuentran, son más necesarias que estadios de fútbol.
Un año después, el mundial es una realidad y las protestas vuelven a sentirse, la realidad económica del grande sudamericano es complicada, los precios de transporte y comida que afectan directamente a los residentes brasileños se han incrementado paulatinamente y con la llegada de la Copa del Mundo, todo indica que esa tendencia no se modificará por lo que la situación puede ser todavía peor.
Estos reclamos se patentizan en las redes sociales, en sitios como Facebook donde existen varios grupos disidentes con la copa y que bajo el denominativos como: Eu sou contra a copa 2014 o similares, convocan a marchas, movilizaciones y publican las razones por las que Brasil no debería realizar las inversiones que se hicieron para el evento.
Millones de personas tomaron las calles de Brasilia y Rio de Janeiro durante la Copa de Confederaciones, y hoy a tan cerca del inicio del mundial, Sao Paulo empieza a ser escenario de paros y huelgas en salud, educación y transporte, mientras las protestas van tomando cuerpo en las ciudades más importantes.
Por su parte el Gobierno Nacional y los estatales, van trabajando incansablemente para minimizar el impacto de estas manifestaciones en procura de mostrar una mejor imagen ante el mundo.
Nadia Campeao, Vice-Prefecta de Sao Paulo comenta que “a medida que la copa está más cerca la euforia por el fútbol es más notoria y nosotros tenemos que continuar trabajando para no distraernos sólo con eso y atender los pedidos del pueblo para hallar un equilibrio”.
Desde el año pasado que se atiende las protestas y se trabaja en la socialización de los beneficios, principalmente económicos, que un evento del calibre del mundial va a dejar a la población, además de continuar con los trabajos de infraestructura vial, comunicacional y de transporte.
Las aristas que conforman esta situación social vivida por el país de Pelé, son varias, por ejemplo los excesos presupuestarios en la construcción de los estadios, con sobre-precios superiores al 80% en algunos casos como en el Mané Garrincha de Brasilia, por otro lado están las obras inconclusas en aeropuertos como Guarulhos en Sao Paulo, o los estadios como el de Curitiba y el mismísimo Arena Corinthians.