NEW YORK. Esperar dos horas y media por 45 minutos de partido, algo que en la cultura sudamericana no es lo más usual, el árbitro va, hace picar la pelota en la cancha y se define si se juega o no. Una hora de espera y ya se habla de falta de respeto al público, lo usual es que la decisión sea suspender para las próximas 24 horas. Pero tener a la gente en el estadio por dos horas y media, sin tomar en cuenta que el juego terminará pasada la media noche, eso sólo puede pasar en USA. El partido duró más de cuatro horas y media y supera con amplio margen el récord de 150 minutos que tenía Brasil y Uruguay en 1919.
En aquel entonces las prórrogas duraban 30 minutos, y al terminar empatados tuvieron que ir a tiempo extra, en este caso fue un tema climático y de fuerza mayor, pero avalado por una cultura de los deportes que lo permiten.
Cayeron cuatro rayos y el estadio los detuvo, no hubo tragedia porque están preparados para evitarlas, y luego de dos horas y un par de trabajos en la cancha el partido siguió como si nada hubiera pasado, la organización, no suele pensar tanto en cómo se volverá la gente a sus casa, si lo hace en la seguridad, por eso para ellos es más seguro tenerlos resguardados bajo techo en el estadio que dejándolos salir a campo abierto, donde se encuentran la mayoría de los estadios de esta Copa América.
A la organización tampoco le interesa demasiado el tiempo de alquiler de satelites o espacios al aire que tiene las cadenas con derechos, para ellos ese es un tema menor y casi insignificativo, mientras en Latinoamérica casi todos miran las horas y cuentan los dólares extra que les cuesta estar al aire. Acá se esperaron dos horas y media, el partido siguió, no hubieron más goles, si errores arbitrales, pero no hubo emociones, el fútbol siguió, tenemos finalistas y la Copa volvió a tener un choque cultural con el país sede que dejará como anécdota al partido más largo de la historia de Copa.
