Aunque parezca imposible de creer, en un mismo día Pelé fue el arquero de su legendario Santos y también jugó para la selección de Costa de Marfil. Por si fuera poco, aquella tarde O Rei marcó un gol a su equipo de toda la vida. Sí, leyó bien.
La historia casi lo olvida, pero sucedió. Guilherme Nascimento, un profesor de química de 51 años que es fanático del equipo Peixe, encontró el registro del hecho tras casi una década de investigación que coronó con la publicación de un almanaque por el centenario del Santos (1912-2012).
Costa de Marfil había logrado su independencia apenas seis años antes de aquel partido (ahora) memorable. Fue colonia portuguesa, inglesa y francesa antes de convertirse en República y le debe su nombre a la abundancia de aquel preciado material en sus tierras.
Su primer presidente, Félix Houphouët-Boigny, fue el máximo referente del independentismo africano de la segunda mitad del siglo XX y líder indiscutible de aquella región hasta su muerte (1993).
La prosperidad de sus primeras décadas hace difícil de creer la profunda crisis actual y las dos guerras civiles que esa nación atravesó en la primera década del siglo XXI.
A mediados de los 60, el fútbol marfileño estaba muy lejos de producir a un jugador como Didier Drogba o de gozar los contratos millonarios que ahora la Nike le inyecta.
Todavía faltaría casi una década para que los Elefantes participen en su primera eliminatoria mundialista (Alemania 1974) y 40 años para el ansiado debut en una Copa del Mundo (Alemania 2006).
El fútbol en Costa de Marfil, al igual que en el resto del continente africano, llegaría de la mano de las colonias británicas a finales del siglo XIX. En la tierra donde nacerían Eboue, Touré, Kalou y Keita, el mejor deporte del mundo tardaría mucho en convertirse en un fenómeno nacional.
De hecho, aquel partido contra el Santos de enero de 1966 sucedió apenas unos meses después de la primera participación de los Elefantes en una Copa Africana de Naciones (Túnez 1965)
El Santos y O Rei eran la otra cara de la moneda. Diez años antes de jugar para la selección de Costa de Marfil, un quinceañero Pelé llegó a Vila Belmiro y comenzó a escribir su fascinante historia. Apenas dos años después, ese flaquito atrevido se hizo conocido en todo el planeta con su Brasil campeón mundial en tierras suecas.
El Santos de los 60ya era el Santástico y todo el mundo vio cómo los brasileños humillaron a Europa en dos copas intercontinentales consecutivas.
El Benfica de Eusebio (1962) y el Milan de Maldini, Amarildo y Trapattoni (1963) poco pudieron hacer frente a la dupla conformada por Pele y Coutinho, el lugarteniente de O Rei.
El 10 del Santos no tuvo mejor socio que Coutinho. Las tabelinhas (paredes) que se regalaban el uno al otro en el campo se mezclaban con las gambetas que ambos inventaban partido tras partido. Era un espectáculo por el que en todo el mundo se pagaba fortunas.
Contra el Benfica, en Lisboa y ante más de 70.000 espectadores, el Peixe hizo cinco al equipo de Eusebio. Pelé anotó tres goles y Coutinho marcó otro en aquel partido que acabó 5 a 2 a favor de los brasileños.
El cuadro portugués, campeón de Europa, era un excelente plantel, pero el Santástico era una escuadra de otro planeta. No había comparación.
Y contra ese legendario equipo, llegaron a jugar los casi novatos de Costa de Marfil.
Aquí la historia se vuelve un misterio. Quizás por piedad o por curiosidad, O Rei arrancó el partido como el goleiro del Santos. Y tal vez los marfileños no se aguantaron las ganas de tener al mundialmente conocido Pelé como su compañero y por eso lo convencieron de que juegue en su equipo durante el segundo tiempo. Los mortales sólo podremos hacer especulaciones al respecto.
Lo cierto es que el Rey del Fútbol traicionó al club de sus amores por 45 minutos y fue un Elefante más. Y cuando tuvo la oportunidad, no dudo un segundo, apuntó al arco…
Él casi nunca fallaba.
(twitter.com/ivanbor)
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Bonus track: Los 20 mejores goles de O Rei…
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