El fútbol nacional ha inscrito en su historia a grandes hombres, pero sólo uno se quedó con el denominativo de “Maestro”, Víctor Agustín Ugarte. Fue el número 10 en el equipo que llevó a Bolivia a conseguir el campeonato sudamericano de 1963, con un juego capaz de cautivar y esperanzar a cualquiera, dentro y fuera del país.
“Los goles de Ugarte terminaban no en la red, como se dice, sino antes, cuando él ya los había decidido: ‘¡Gol de Ugarte!’, gritaban algunos hinchas cuando de su pie salía el pase que su compañero iba —en un futuro ya transformado en presente— a traducir en gol”. Es la forma en que describe la genialidad de Víctor Agustín Ugarte, el crítico literario, Luis H. Antezana.
No era práctico, era más bien creativo; cualidad obtenida gracias a sus primeros momentos futboleros con pelota de trapo por las calles de Tupiza (Potosí), lugar que lo vio nacer y donde hoy el principal campo deportivo lleva su nombre, y
muestra en la entrada una estatua de bronce en su honor.
Huracán de Tupiza fue su primer club; pero el equipo en el que empezó a mostrar su talento al mundo fue Bolívar al que ingresó en 1947, año en el que también lo convocaron a la Selección Nacional para el Sudamericano en Guayaquil.
Ugarte protagonizó históricos triunfos, como el del 6 de octubre de 1957 donde por primera vez Argentina cae derrotada ante Bolivia por 2 goles a 0.
Un año después y luego de importantes actuaciones internacionales, San Lorenzo de Almagro se lo llevó a sus filas.
Sin embargo, uno de los momentos más recordados de su carrera llegó en 1963 cuando en Cochabamba la Selección se impuso a Brasil por 5-4, dándole al país el único título sudamericano de fútbol. Dos de los goles fueron de Ugarte, uno de penal.
Una escalada increíble para un hombre que construyó cada triunfo con perseverancia y a paso firme.
En 1962, una de las entrevistas más recordadas a Ugarte en la revista Panorama, evidencia aquello que ya en su momento consideraba como fútbol moderno. “El fútbol ha cambiado. Se ha hecho más simple. Más positivo. Más práctico. Antes se podía correr y correr, gambetear (…). Ha perdido belleza, pero ha ganado en efectividad”, cita parte de la nota.
¿Vivir de las glorias del pasado? Hay quienes piden mirar al futuro y dejar el recuerdo, un pensamiento que se respeta pero desarma todo lo que existe en el hoy, pues cada instante que se deja atrás, se vuelve historia, aquella por la que se trascienden los hechos.
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Texto de la periodista Fabiola Chambi ( @fabiolachambi )