(Equipo ideal escogido por columnistas de Página Siete)
Los que disfrutamos de la espontaneidad popular no dejamos de festejar el impresionante canto que bajó desde las gradas del Maracaná mientras España goleaba a la novata Tahití. “El pueblo unido jamás será vencido” retumbaba en el coloso carioca mientras la Roja (que ya no es Furia) clavaba el décimo gol en el arco del equipo amateur.
¿Alguien se imaginaba que un evento así podría ser la plataforma para el movimiento como el que se generó en Brasil en estas semanas? América Latina sigue siendo el pedazo del mundo más sorprendente y fascinante. No sólo por los golazos de Cavani o las fantasías de Neymar, también por la dignidad de su gente. Los manifestantes brasileños pusieron el dedo en la llaga. La Copa DE LA FIFA se lleva una enorme tajada del dinero de todos y eso no es tolerable. Brasil es el primero en decirle a Blatter y los suyos que no pueden aterrizar cada cuatro años en un nuevo país y hacer lo que les plazca.
El que mejor comprendió el mensaje fue el muchacho que jugaba con la 10 de Brasil. Desde el principio se adhirió al movimiento. Gana muchos millones al año, pero no por ello es culpable de ese sistema de privilegios y desigualdades instalado en el fútbol y en el mundo. Cuando menos no perdió la sensibilidad como si lo hizo el “rey” Pelé. El que siempre está del lado del poder quedó en ridículo al pedir que cesen las manifestaciones. Romario le contestó como se merece: “Pelé callado es un poeta”. El chapulín, que ahora es diputado, es uno de los que fiscaliza con más recelo el uso del gasto público para el Mundial del año que viene.
[youtube]http://youtu.be/HkW8Yifkhq0[/youtube]A propósito de los tahitianos, yo creo que deberían otorgarles el reconocimiento al gol de la Copa. No por la habilidad técnica del que lo anotó, mucho menos por el despliegue táctico que lo propicio. El gol de Jonathan Tehau, que tiene profesión de camionero, fue celebrado por su equipo como si fuese el definitivo de la final de un Mundial y en el minuto 95. Los tahitianos tenían una celebración preparada, una coreografía. Eso significa que no sólo viajaron a Brasil resignados a recibir goles por docenas, también lo hicieron con el sueño de celebrar. Por eso es el gol más lindo de la Copa Confederaciones. Los cinco locos que acompañaron a su selección desde el otro extremo del planeta se lo merecen.
[youtube]http://youtu.be/uMCy0sNg8dg[/youtube]Neymar es el personaje y el jugador del torneo. No sólo supo llevar a su equipo de la mano, también marcó unos cuantos goles que no dejan lugar a más especulaciones sobre su talento. Pícaro y auténtico, la empatía que demostró desde el “verde césped” con los torcedores de la grada no se ha visto en mucho tiempo. En ese aspecto, es más que Messi. Antes de enviar el centro que fulminó a Uruguay, Neymar respondió con besos a las provocaciones de Álvaro Gonzales. Lejos de distraerse o perturbarse, metió un balón profundo que Paulinho mandó al fondo del arco. Uruguay parece desinflarse, pero les sobra amor propio. Nadie les regaló nada nunca, todo les cuesta el doble que al resto de las selecciones “grandes”, ese es su mérito y la clave de su éxito.
España sigue siendo el candidato. Con poco, parece que a ratos no se despeinan, enloquece a los otros equipos. Y además da la impresión que todavía lleva la suerte del campeón de su lado. Cuando daba la impresión de que los italianos estaban por desquitarse por la final de la Euro 2012, Bonucci mandó el balón al cielo de los chambones. Tocará esperar como reaccionan después de la bofetada de Brasil. La verdeamarelha sacó chapa, pero todavía raspa más de lo que juega. Quisiera verlos frente a los alemanes o los holandeses. El Mundial se gana jugando siete partidos, no cinco. Los tres italianos que no pueden faltar el próximo año son Buffon, Pirlo y Balotelli. Sin ellos, ese equipo es un rejuntado cualquiera. Ojalá los veamos en 2014. En la fiesta grande del fútbol. Ahí estaremos. ¡Hasta entonces!