Este año, dos hechos desnudaron aún más la carencia de infraestructura deportiva en el país. Primero, durante la etapa inicial del Apertura, el Hernando Siles cerró sus puertas temporalmente para ser refaccionado. Y, hace menos de un mes, algo similar, pero en mayor escala, pasó con el Félix Capriles, que no volverá a albergar un partido hasta dentro de, por lo menos, seis meses.
Y curiosamente, las dirigencias de Bolívar y Wilstermann, dos de los equipos que se vieron –o que se ven y se verán, en el último caso– perjudicados, se propusieron construir nuevos escenarios para no volver a sufrir situaciones similares. Sus hinchadas lo exigen, y su historia también, pero, en definitiva, las limitaciones económicas los separan de materializar sus sueños.
“Estamos con buenos planes e ilusiones de hacer algo más, pero creo que es un sueño muy grande. (…) Podríamos gestionar (financiamiento) con alguna empresa inversionista del exterior. Para eso necesitaríamos nuestro propio terreno, y eso no está tan lejos. (…) Queremos un estadio homologado por FIFA y CONMEBOL”, aseguró al respecto el vicepresidente de Wilstermann, Pedro Vargas, en contacto con medios cochabambinos.
Distinta es la estrategia del presidente de BAISA, Marcelo Claure, que en el transcurso de los próximos días se reunirá con Evo Morales –quien ya había acordado apoyarlo en un encuentro previo– para presentarle el proyecto del nuevo estadio de Tembladerani, que está pensado para albergar partidos nacionales e internacionales –tanto de Bolívar como de The Strongest y la selección nacional– en los próximos años para dar lugar a la renovación total del Hernando Siles.
¿Cuál será el primero en hacer su sueño realidad?