Al momento de hablar de selecciones, es tan dispar la comparación entre las capacidades de la élite mundial con nuestra región sudamericana, que la tentación por aislarse a ser hincha de Francia o Bélgica te derrite. Este fue el efecto del pasado Mundial, que dejó con sabor a poco tras la ausencia de alguna de nuestras vecinas en semifinales. Si hablamos de La Verde, de nuestra Selección, uno podría ser aún más pesimista, casi un profeta apocalíptico. Es la opción más fácil y la más desinteresada… Tenemos ejemplos de sobra en la región que nos demuestran que, con unidad institucional, una idea en común y paciencia en los resultados, se puede inscribir a tu país en la élite. En pocas palabras: el “proyecto” es el camino.
El caso de la Argentina no es para detenerse más que en conocer lo que no se debe hacer. Tiene que estar claro que nuestro referente cultural futbolero por excelencia, por idioma, talento, fanatismo y polémica no debe ser imitado. Su actual proceso sufre porque se apuesta al resultadismo, al corto plazo. No hay posibilidad de crecimiento sí el proceso para conseguirlo es frenético y definitivo. Frenético porque se cuelga a los directores técnicos si pierden dos partidos seguidos, y definitivo porque eres bueno si ganas, y no existes si pierdes. No se valora la evolución de los jugadores, los imprevistos constantes del fútbol. Y se valora el consuelo psicológico, como valora Diego Latorre en Fox Sports: Si se traba el balón, si se da patadas o se pone actitud de guerra, el hincha se puede ir contento a la casa.
Este referente futbolero, demostrado por tanta hinchada de Boca y River en el país, no debería ser defendido sin antes pasar por examen crítico. Pero dejemos el desprecio del trabajo de algunos albicelestes, para concentrarnos en los aprendizajes de nuestros vecinos. Uruguay, que no abandona los cuartos de final, Colombia que siempre supera la primera fase y Perú como la sorpresa más reciente por su buen trabajo colectivo, tienen material de sobra. Me enfocaré en la primera simplemente porque en LinkedIn me topé con el detalle de su plan de selecciones para llegar a Brasil 2014, que además era una evaluación previa del exitazo del cuarto lugar en Sudáfrica 2010. De Perú y Colombia se puede destacar el respaldo al director técnico. Gareca se dirigió se siente más que a gusto con la selección de Perú. Pekerman pudo dirigir dos veces a los cafetaleros, con la misma base y ciertas adaptaciones de jugadores jóvenes.
Pero Uruguay nos ayudará a evaluarnos como modelo de planificación, tras su experiencia a través de tres mundiales a cargo del Maestro Óscar Washington Tabarez. El plan presenta la necesidad de que haya una coordinación unificada de todas las instituciones máximas, con las locales y las del interior. Y lo más anecdótico, evalúa que no llegaron a la meta de la coordinación conjunta de los partidos internacionales y amistosos. Acá tuvimos bastantes problemas, primero por falta de coordinación con los clubes, que no prestaron a sus jugadores por que se chocaban con los encuentros decisivos de la Liga. Y solo se consiguió un partido amistoso la pasada fecha.
Mientras que el planteamiento de una sola idea, si bien en cuanto a estilos de juego no es explícita en Uruguay, se ambiciona con la de igualar el nivel de los futbolistas del interior con los de la capital. Y la aplicación concreta está en realizar campeonatos competitivos constantes, en todas las categorías, ya sean locales o nacionales. Además, recalcan el valor de la formación humana, como uno de los pilares, como la educación escolar consolidada. Mientras que tenemos un serio desbalance competitivo en nuestro fútbol, ya que la hegemonía de los clubes paceños en los últimos 5 años solo favorece económicamente a estos. Muy pocos clubes han podido disputar en estas condiciones, como Wilsterman, Sport Boys y ahora Royal Pari, los dos últimos con fuerte respaldo económico individual. Además, los clubes paceños adquieren los talentos del interior, y los refuerzos más importantes tienen nacionalidad extranjera.
Y en el tema de la apuesta por el largo plazo, Uruguay no deja de ser la más destacada, ya que el Maestro Tabarez ha cumplido sus funciones en tres mundiales seguidos. Para no alarmarnos ante la discontinuidad, si evaluamos los estrategas de la selección nacional desde 2015 pasaron cuatro entrenadores y cinco ciclos hasta la fecha. Mauricio Soria (2015 y 2016-2018), Julio César Baldivieso (2015-2016), Ángel Guillermo Hoyos (2016) y ahora César Farías.
Por ello, tras este pequeño diagnóstico, no debemos desesperar en resultados inmediatos. Es cierto que no estamos teniendo éxito en la unidad institucional y la hegemonía paceña perjudica. Pero los puntos altos pueden estar en la capacidad del nuevo ciclo de saber administrar los talentos que tenemos, como Raúl Castro, Carlos Lampe, o Chumacero. Y podemos sumar nuevas sorpresas juveniles que necesitan cuidado y oportunidades como Guillermo Viscarra, Henry Vaca o Moisés Villarroel, solo por mencionar algunos nombres. Todo en favor de poder encontrar un equipo base que tenga una misma idea de juego.