MOSCÚ. Fue así, una experiencia única, pocas veces vivida, el principal estadio de la Copa del Mundo se vistió de Estadio Azteca, fue una hermosa invasión verde a la capital de Moscú que soñaba, añoraba un histórico debut en Rusia 2018, y lo consiguieron.
Al ritmo del Cielito Lindo la tarde comenzó a estremecer a todos en el escenario, a mi lado un periodista camerunés estaba conmocionado con el marco, a mi otro lado un peruano emocionado hacía live de todo lo que se vivía, más arriba, el gran Ezequiel Fernandez Moores de Argentina, se ponía de pie ante el ánimo mexicano, más allá Jorge Barraza -también Argentino- y Edgardo Broner -venezolano- pedían que les tomen una foto, Luzhniki era el Azteca.
A eso se sumó un espíritu de entrega único del equipo de Osorio, un Chuky Lozano intratable, bien frontal, rápido, y con empuje de 30 mil mexicanos insitu, el TRI logró un resultado que desató una fiesta única, fue una especie de fiesta en Sion, descontrol, alegría, y el grito que colocó al Chuky Lozano por encima de cualquier súper héroe, latinoamérica festejó que uno de los nuestros puso de rodillas al imbatible campeón del Mundo. Hoy conocimos un poco de México, hoy viajamos en el aire y nos situamos en Xcaret, hoy fuimos un poco mexicanos.