NIZNHY NOVOGOROD. Ha sido la ciudad que más hemos visitado, esté Uruguay – Francia, será nuestro cuarto partido en esta sede, estuvimos prácticamente en todos, porque la sede también cerrará su participación con este juego.
Acá jugaron Messi, Kane, Modric y jugarán Suárez y Mbappé, el mundo está pendiente si juega Cavani, y cómo le hirá al más uruguayo de los franceses, Antonie Griezmann. Lo cierto es que nosotros, un poco queriendo, un poco sin querer, un poco por el deseo de estar, es decir, queriendo, estuvimos acá en cuatro viajes relámpago o no, según el tren que nos asignó FIFA. Tardamos 4 o nueve horas desde y hasta Moscú, según la velocidad y el tipo de tren en cada viaje.
La primera vez tuvimos el anecdotico recuerdo del bus fantasma, las siguientes más expertos, hasta nos dimos el gusto de pasear sus calles, conocer sus peatonales, escuchar su música, sus sonidos urbanos. Es una ciudad chica, es una ciudad distinta al resto, de gente amable -igual que en todos lados- pero parece ser una región más olvidada en el progreso general del país.
Por eso fue llamativo que su estadio albergue tantos partidos, quizás su cercanía con Moscú ayudó, a nosotros nos animó a aprovechar la “corta distancia”, fue la ciudad que nos quitó los miedos a los viajes, fue la ciudad que planificamos visitar en dos ocasiones y lo terminamos haciendo en cuatro, inauguramos la sede con el inolvidable triunfo de Croacia ante Argentina, y la vamos a cerrar con el primer partido de octavos, que el río Volga se alinee al viento y se una en esta ocasión al Rio de la Plata, que aquí juega Uruguay no má.