En 1963, con un equipo que tenía a Víctor Ugarte y a Wilfredo Camacho, la Verde obtuvo su único título sudamericano. Acá, la historia.
El Maestro Víctor Agustín Ugarte no fue solamente el mejor jugador boliviano de todos los tiempos: también le dio a su país, como los grandes ídolos, su único título internacional. En 1963, con 36 años y en el epílogo de su carrera, el Maestro levantó el Torneo Sudamericano -antecedente de la actual Copa América- en un equipo que derrotó a Argentina y a Brasil en los últimos dos juegos.
El certamen por primera vez se jugaba en Bolivia. Aquel año, no presentó equipo Uruguay, que sólo faltó a dos de 32 campeonatos, este y el de 1925 en Argentina. Cuenta Ramiro Blacut, que a la postre sería entrenador del seleccionado boliviano en tres períodos diferentes, que el país entero se unió detrás de un sueño: dirigentes, políticos, futbolistas y fanáticos trabajaron para que la nación del altiplano fuera finalmente electa sede del Sudamericano por primera vez en la historia.
El entrenador era el brasileño Danilo Alvim, figura de Brasil en la decada del ’40 que había debutado con dos derrotas humillantes frente a Paraguay y sólo fue sostenido por los dirigentes, cuando los hinchas pedían su cabeza. Sana decisión.
En el equipo destacaban tres nombres: el debutante Ramiro Blacut, que acababa de ser contratado por Ferro Carril Oeste de Argentina; el capitán y una de las figuras Wilfredo Camacho, a quien se le debe la denominación del “fútbol camachista” que recibió el estilo de aquel equipo por la garra que lo destacaba; y la gloria que jugaba su último torneo, el Maestro Don Víctor Agustín Ugarte, a semanas de cumplir 37 años.
Campeón invicto, Bolivia debió sufrir más de la cuenta en los últimos dos partidos para consagrarse. Comenzó el camino con un empate 4-4 frente a Ecuador. Estaba 2-0 arriba, quedó 2-4 abajo, pero aparecieron Máximo Alcocer y Camacho para sacar las papas del fuego. Ya nadie esperaba más que un resultado decoroso en el torneo ante semejante debut.
Después vinieron los triunfos sobre Colombia y Perú, en los que se empezó a agigantar la figura de Ausberto García, para muchos otro de los grandes del fútbol boliviano, y a ratificar la importancia del capitán Camacho. También fue el debut de Blacut y Camacho, que habían estado en duda hasta una semana antes del torneo: Blacut, por una infección mal curada, y Ugarte, por una apendicitis. Ambos estuvieron internados en la misma clínica días antes del comienzo del Sudamericano que se jugó en las sedes de La Paz y Cochabamba.
El partido clave para muchos fue contra Paraguay, que había goleado 5-0 a los bolivianos en la previa. Sin embargo, en una de sus mejores actuaciones, el conjunto de Alvim se impuso 2-0, con goles de Fortunato Castillo y Ausberto García.
Faltaban los dos rivales históricamente más duros, pero que no presentaban sus mejores versiones. Argentina, que había enviado un equipo juvenil, aunque con jugadores de mucho talento como el arquero Andrada, Griguol, Menotti, Zárate o Albretch; y Brasil, que presentó un combinado de todos los campeones estaduales y no al gran equipo del 62, campeón del mundo en Chile con Garrincha como estrella (Pelé estaba lesionado).
Ante Argentina, que peleaba el título (ese año se jugó liguilla todos contra todos y no eliminatoria), el empate parecía inamovible, pero llegó el penal para el dueño de casa faltando apenas tres minutos, tras un centro de Blacut que pegó en la mano de Griguol. Parecía que el título era posible, pero Andrada (a quien Pelé le hizo su mítico gol número mil) se quedó en el medio y con los pies mandó al córner el remate de Max Ramírez, ese que el propio Camacho había pedido en la Selección una semana antes del torneo.
Pero Willy Camacho no se amilanó y, mientras todos los argentinos abrazaban a Andrada, apuró a Castillo para que ejecutara el saque de esquina. El árbitro dejó jugar y el propio Camacho estampó de cabeza el 3-2, ante el desconcierto argentino. Locura en el Hernando Siles de La Paz.
El último partido, contra Brasil, era imperioso ganarlo: Paraguay todavía tenía chances de campeonar si derrotaba a la Argentina y Bolivia no podía contra los brasileños. Encima, mientras los paraguayos comenzaron arriba en La Paz, Bolivia perdía 0-1 por el gol de Flavio en Cochabamba. Tuvo que venir desde atrás dos veces y, gracias a dos goles del Maestro Ugarte -sus últimos gritos con la Verde-, se puso 5-2 arriba. Sin embargo, nada estaba definido: “Se empezaron a venir y nos hicieron dos goles para quedar 5-4. Si el partido se jugaba cinco minutos más lo perdíamos”, confiesa Ramiro Blacut.
Por suerte para los bolivianos, fue el final. Locura en Cochabamba y al regreso a La Paz, con miles de fanáticos rodeando al avión que traía a los campeones. Ugarte consagrado máximo ídolo y Camacho referente para siempre. Bolivia, aunque muchos quizás no lo recuerden, fue campeón de América.