Por favor, que del arbitraje hablen los que no vieron el partido. Creo que hubo suficiente fútbol como para hacerle sombra a cualquier variable extraña, llámese la tarjeta que Vidal no ve a los 5’ tras un manotazo a Ballón, o la expulsión de Zambrano tras una falta torpe e innecesaria sobre Aránguiz. Los delanteros de Chile están ambos habilitados en el primer gol de Vargas y de hecho hay un gol mal anulado para el local. Después, un partidazo.
Chile venía como el equipo que mejor tocaba y honraba la posesión (más de 2000 pases en toda la copa), Perú como el que más equilibrio había hallado en sus líneas, haciéndose respetar con Brasil pese a la derrota y llegando a la semifinal con merecimientos.
Hubo un partido antes de los 20’ y otro después. En ese momento, el juez echa a Zambrano y Gareca tiene que sacar a Cueva para poner a Ramos, sacrificando generación por marca. El primer gol de Vargas llega producto de la insistencia y no por ayuda ni divina ni arbitral.
Lo mejor: la reacción de Perú en el 2T, brindándose íntegro para hacer que Medel de autogol marque el empate. Mejor aún: Vargas y el 2-1, ese gol que tal vez sea el mejor de la Copa, clavándola desde 30 metros, haciendo que los ánimos peruanos no se puedan recuperar más.
Qué partido de Paolo Guerrero, uno de los mejores jugadores de esta Copa y qué dupla mortal hace con Farfán (ese palo a los 9’ enmudeció al Nacional), aunque después se hayan lucido más Valdivia, Aránguiz y Vidal, que con más espacios para crear, llevaron peligro siempre a la puerta de Gallese. Qué bien Chile y su sabiduría para explotar los laterales, para mover el punto de peligro de un costado a otro y desgastar a un Perú incompleto. Un gran partido que no merece mancharse: si la CONMEBOL tenía planeado que el local llegue a la final no fue por regalo sino por mérito. Perú jugó muy bien pero Chile lo hizo mejor y es finalista.