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Con relación al texto “Club Bolívar Q.E.P.D.”, motivo de gran repercusión y posteado en este mismo espacio, debo agradecer al lector Luis Daniel, a quien hago público mis respetos porque demostró que hasta en la discrepancia lo que debe prevalecer es la educación. Por ello, deseo responder a todos los lectores de mi Columna aquí en Late! y que enviaron sus comentarios y a quienes extiendo mis agradecimientos, lo siguiente:
- Es necesario entender qué es un Club.
- Club es una institución que se caracteriza por mantenerse con el aporte mensual de sus socios y por los servicios que presta a los mismos, entre los cuales darles la posibilidad de practicar algún deporte;
- Para atender esos requisitos básicos, un Club necesita tener instalaciones deportivas aptas para su utilización, con instructores y administradores capacitados;
- Un Club tiene Estatutos, a través de los cuales sus socios deben actuar, en base a una misma consigna, con derechos y obligaciones, entre ellos el de elegir y ser elegido para cargos directivos;
- Un Club, necesariamente, por ser institución de interés público, debe mantener libros contables en día y dar a conocer el movimiento económico y financiero cada vez que así lo requieran sus socios o las autoridades competentes.
Y paro por ahí, para preguntar, ¿Bolívar es un Club de fútbol? ¿Existe algún Club afiliado a la Federación Boliviana de Fútbol?
Confieso que, como ciudadano y como deportista boliviano, acredité que la llegada de Marcelo Claure y de BAISA, gracias a las gestiones de Guido Loayza, darían a Bolívar y a los bolivaristas la felicidad que nunca la tuvieron, que es la de convertir a la institución en un verdadero Club.
Pero, cuando oí las declaraciones del propio Co presidente, Guido Loayza, que afirmó en una emisora de radio de La Paz, que en el Gran Centro Mario Mercado Vaca Gusmán, donde se están construyendo dos grandes edificios, “Bolívar no existe y que hay que olvidarse de eso; lo que existe es BAISA y Marcelo Claure, y que los verdaderos dueños de las torres de Obrajes son las personas que están comprando los departamentos”, me cuestioné: entonces, cuál es la contribución de Claure y de BAISA.a Bolívar?
Caramba dije, el sueño de Humberto Bonifacio (que fue nombrado como primer presidente provisional), Ernesto Sanz, Héctor Salcedo, Rafael Navarro y Carlos Ignacio, jóvenes que fundaron el Club Atlético Bolívar el 12 de abril de 1925, en el casco viejo de La Paz, una vez más será postergado.
En seguida pensé: creo que en lugar de crecer, Bolívar está perdiendo todo su patrimonio, porque a eso se suma el hecho de que los predios de Tembladerani, en donde podría construirse un buen complejo deportivo, hasta ahora no merecieron la atención de los nuevos administradores de Bolívar (ni de los anteriores), pese a que asumieron todos los compromisos, entre ellos con el Estado boliviano, a tiempo de recibir esos terrenos, el 30 de octubre de 1942.
Entonces, como periodista, tengo la obligación de leer las entrelíneas y en ese sentido consideré que las declaraciones de Loayza merecían ser debidamente decodificadas para que la población bolivarista las conozca.
Pero un periodista tiene la obligación de bien informar al público (un derecho constitucional) y para eso tiene que investigar, leer, indagar, entrevistar y chequear los datos, para no ser un simple “llevador de chismes”.
Así, procuré y tuve acceso a toda la documentación que envuelven los acuerdos entre la institución llamada de Club Bolívar con BAISA, primero, y con BAISA S.R.L., después, documentos que están debidamente protocolados a través del Testimonio nº 4747033 en una Notaría dependiente del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de la Nación.
El resto de la historia está escrito en “Club Bolívar Q.E.P.D.”, título inspirado en el hecho de que Bolívar, hoy, es un equipo de fútbol, nada más que eso, pero equipo de fútbol que, tengo certeza, jamás desaparecerá, porque la Nación Bolivarista, en homenaje a sus fundadores, no lo permitirá.
Por fuerza de la profesión, no acostumbro a intimar con dirigentes, entrenadores o futbolístas profesionales; por eso confieso que en los 88 años de la gloriosa historia de Bolívar, con el 95% de sus dirigentes jamás crucé una palabra y con otros apenas lo hice pocas veces y otras en condición de jugador de la Academia. Entonces, reafirmo que las conclusiones, como siempre en estos casos, deben ser de los lectores, bolivaristas o no.
Como profesional, defiendo para mi país instituciones fuertes, y los clubes de fútbol son instituciones que lidian diariamente con uno de los sectores más públicos del país, por lo tanto, tienen que fortalecerse.
BAISA S.R.L., la directiva de Bolívar y sus defensores, pueden, inclusive, demostrar con hechos y obras que este periodista está equivocado. Sinceramente, eso espero, para el bien de Bolívar y del fútbol boliviano.
Concordar o discordar es democrático, pero, en ambos casos, la educación es obligatoria.