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Para muchos, el fútbol es el “opio del pueblo”. No concuerdo en nada con esa frase, pero que el fútbol hace olvidar otros asuntos importantes, eso sí acredito. Por ejemplo, los 88 años de historia del Club Bolívar que se fueron al córner y la institución entregada al empresario Marcelo Claure, en la jugada, para mí, más rápida, novedosa y extraña del futbol boliviano.
Creo que por encontrarse extasiados con el buen desempeño de su equipo actual, los bolivaristas en particular y la prensa deportiva en general, dejaron pasar por alto declaraciones del presidente de la Academia, Guido Loayza, al programa radial La Red Deportiva del último viernes, 16.08., en La Paz.
“El Bolívar no tiene nada; el Bolívar no posee ningún patrimonio, lo que existe es BAISA SRL”, dijo a voz en cuello Loayza cuyo cargo, a rigor, se limita a ser un simple representante de Marcelo Claure, y cuya palabra no puede extrapolar las reuniones dentro de la Liga o de la Federación Boliviana de Fútbol y, así mismo, previa consulta con Claure.
Viendo las entre líneas, el poco menos de un siglo de historia del Club Bolívar quedaron para solo eso: la historia.
Pese a que Loayza declaró, orgulloso, que Bolívar está dando el ejemplo para que otros clubes bolivianos sean administrados como verdaderas empresas, acrecentando que “si Bolívar no tiene nada de pasivos y tendrá que construir y buscar nuevo patrimonio, en cambio tiene y tendrá títulos con jugadores bien y en día pagados”, recordando, al mismo tiempo, que las torres que se están construyendo en la calle 17 de Obrajes no son de Bolívar “son de las personas que están comprando los pisos de BAISA S.R.L., o sea de Marcelo Claure”.
Las intenciones de Loayza y su directiva son buenas, pero, para este humilde periodista, sería mejor que los clubes deportivos bolivianos sean administrados como empresas, pero con un control y propiedad mínima del 51% e sus acciones por parte de sus socios, inclusive bienes raíces, y no con la carta blanca total a empresarios inversionistas, como ocurrió con Bolívar.
No me extrañan las palabras para allá de sinceras de Guido Loayza, lo que me extraña, sí, es la pasividad con que los amantes del deporte y críticos de los “malos dirigentes” (y aquí incluyo a los periodistas deportivos y miembros del gobierno) están aceptando que el Club Bolívar deje de existir, debido a maniobras realizadas con el pretexto de “salvarlo de la quiebra”, porque Bolívar, así como The Strongest y los clubes grandes bolivianos, son entidades mixtas cuya actividad es de interés público.
Está cierto que Bolívar, al contrario de The Strongest, por ejemplo, hace muchos años dejó de ser un Club, para convertirse en un simple equipo de fútbol. Y para ello, hasta el fallecido Mario Mercado tiene mucho de culpa, porque nunca le dio a la Academia la posibilidad de crecer estructuralmente (se limitó a montar un “estadio” y a darle campeonatos) modelo seguido por el extinto Mauro Cuéllar que sin ninguna vergüenza le dijo varias veces a este periodista (con quien tenía serias divergencias, dígase) que “en Bolivia los clubes no viven de predios o de canchas; a la hinchada le gustan los resultados y los campeonatos.” La diferencia substancial entre Mercado y Cuellar era que el primero tenía intereses en la minería, en medios de comunicación y en la política, por lo tanto, poseía mucho dinero.
Pero, reconozco, Mercado y Cuellar fueron coherentes, porque, ambos, aparte de haber dejado deudas, dejaron también para los bolivaristas la costumbre de vivir de la historia de los campeonatos conquistados a lo largo de su historia, a vivir de un sub campeonato de la Copa Sudamericana, y, más recientemente, a vivir y festejar también de su última conquista, un torneo sin valor, que lleva el nombre de un shopping center, mientras que sus jugadores, bien pagados, entrenan en un escenario rodeado de esqueletos de madera y de fierro.
¿Y ahora, es diferente? Sí, es muy diferente, porque Bolívar no tiene deudas, porque simplemente el Bolívar no existe; lo que sí hay, es BAISA S.R.L. que firmó un contrato con la misma BAISA S.R.L., que, por señal, tienen el mismo dueño que se llama Marcelo Claure. Y sus jugadores cobran sueldos en día, pero, ¿a qué precio? El precio se refleja en las palabras de Guido Loayza quien no tiene ningún pudor al afirmar que el que manda en Bolívar es Marcelo Claure. Y más, no se ruboriza al declarar que “felizmente Claure está ganando dinero con Bolívar, él recuperó dinero con la ida de Jasmani Campos al exterior y ojalá siga vendiendo jugadores para que siga lucrando, él merece”. Todo de acuerdo, claro, a los términos del contrato firmado en 19 de septiembre de 2008 y redactado a cabalidad para favorecer a BAISA primero, y a BAISA S.R.L., después, ya que cualquier discrepancia en el “acuerdo comercial”, no podrá ser resuelta dentro de las leyes bolivianas y sí, “mediante arbitraje ante la Cámara de Comercio Internacional con sede en Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica y de acuerdo a su Reglamento”, como manda la Clausula decima Cuarta, inciso 14.1 del Contrato.
Guido Loayza justifica el hecho de que Marcelo Claure, ciudadano boliviano-norteamericano, sea dueño de todos los pasivos que tenía Bolívar, inclusive de los jugadores profesionales y de las y divisiones inferiores, porque se comprometió a invertir 1 millón de dólares por año en el equipo “y está invirtiendo mucho más” y porque también asumió las deudas del club.
Marcelo Claure está haciendo lo suyo, claro, porque empresario que no quiere lucrar no puede ser empresario. Pero, ¿20 millones de dólares valen más que 88 años de historia de un club, sumados a ese historial todos los bienes materiales y recursos humanos (entiéndase jugadores)? En resumen, ¿La marca Club Bolívar vale tan poco?
En realidad, el empresario Marcelo Claure hizo un negocio redondo y, muy inteligentemente, se apresuró a garantizar su inversión, al iniciar, de inmediato, la construcción de las Torres en Obrajes, porque sabe que solamente con la venta de los departamentos, oficinas y garajes del Gran Centro recuperará totalmente y en tiempo record, los 2 millones de dólares inicialmente invertidos a cambio de hipotecas de los bienes del Club. Porque además se dio 20 años de tiempo para invertir los 20 millones de dólares.
Hay información de que los ingresos de Bolívar, el año de 2012, alcanzaron a 2 millones y medio de dólares, provenientes de sponsors, taquilla, derechos de televisación y pagos por parte de la Federación Boliviana de Fútbol referentes a las Eliminatorias. Para este año, aparte deseos ingresos similares, se sumarán la venta del jugador Jasmani Campos al exterior y la participación el equipo en la Libertadores. Todos esos valores van directamente las cuentas de Bolívar Administración, Inversiones y Servicios Asociados S.R.L. (BAISA S.R.L.) inscrita públicamente con un capital de 2 mil bolivianos, divididos en mil bolivianos como capital pagado y de otros mil bolivianos divididos entre los tres accionistas: Marcelo Claure, con 800 bolivianos en 8 acciones; Donald Martin Cahill Mangudo, con 100 bolivianos en 1 acción; y José Luis Rodriguez Ariza, también con 100 bolivianos en una acción.
Al Bolívar le queda el derecho de esperar la entrega de un espacio similar (en metros cuadrados) a lo que poseía antes del contrato en las imponentes torres de la calle 17 en Obrajes. Para el disimulo emotivo frente a la hinchada bolivarista, los predios llevarán el nombre de Mario Mercado Vaca Guzmán. O sea, BAISA S.R.L. construye en terreno ajeno y encima gana mucho dinero, en nombre del mantenimiento de un equipo de fútbol.
Noten que el estadio “Simón Bolívar” en Tembladerani, siquiera fue tocado y no fue albo de las atenciones de BAISA S.R.L. ni del directorio de Loayza, porque simplemente ese predio no puede ser transferido ni “a título gratuito ni oneroso”, porque sus 24.934 m2 tienen origen en una cesión del gobierno nacional, “a título gratuito”, a través del entonces Comité Nacional de Deportes, en 30 de octubre de 1942. Por ello, el gobierno actual, por medio del Vice Ministerio de Deportes, puede, si desea, recuperar los predios de Tembladerani, porque el Club Deportivo Bolívar, hoy BAISA S.R.L., no cumplió los términos del compromiso de 1942 que decían que “se obliga a construir un campo de deportes y estadio, comprendiendo los siguientes deportes: fútbol, básquet-bol (sic), tennis (sic) , pelota vasca, y natación; en el termino de veinte años (hasta 1962) (…), en caso contrario el Comité (Nacional de Deportes) exigirá la reversión de dichos terrenos.” Por ese documento, la hipoteca por Un Millón de Dólares en favor de Marcelo Claure y otras, solo deberían tener valor legal, desde que esos dineros sean destinados a la construcción e los predios arriba indicados, cosa que no está aconteciendo. En otras palabras, los terrenos de Tembladerani y el “estadio” no rendirán ganancias, ni empresariales, ni personales. Entonces, que se caiga de viejo.
Ruego para que el 19 de septiembre de 2028, los miembros del directorio actual de Bolívar estén vivos y en su sana consciencia, para explicar a la hinchada bolivarista la firma del certificado de defunción del Club Deportivo Bolívar, cuyo tenor ya está debidamente redactado y registrado.
Resta saber si en esa fecha al empresario Marcelo Claure, aún le interesará el fútbol y si seguirá en el negocio, pues, seguramente, como van las cosas, el equipo llamado Bolívar simplemente será eso, un equipo de fútbol, porque a BAISA S.R.L. de Marcelo Claure, por lo visto, lo que le interesa más son predios y construcciones, porque dan lucro asegurado.
En tiempo, el nombre de Marcelo Claure, como persona física, no consta en documento alguno firmado entre el Club Bolívar y BAISA S.R.L., pese a que el mismo Claure es, como públicamente se sabe, dueño de BAISA S.R.L., y, pasme!, es también Co presidente electo del Club Bolívar.