Pasan los años y la mística de la generación chilena más exitosa de la historia continúa vigente. Como contra Argentina, en 2015 y 2016, el equipo de Rueda impuso condiciones ante un rival que, en los papeles, llegaba como favorito. Merecida clasificación a semifinales.
Pospartido, los protagonistas no dudaron en remarcar la importancia del factor mental en la definición por penales. “Nos sienta bien. Así ganamos dos finales y nos tenemos mucha confianza para patear”, reconoció Charles Aránguiz, uno de los hombres clave de la Roja.
La sensación generalizada es que Chile, después de una mala eliminatoria y problemas entre referentes en su vestuario, ha vuelto a ser aquel equipo temible, capaz de jugarle de igual a igual a cualquiera. Uruguay, Perú, Argentina –sobre todo Argentina– y Brasil toman nota.