Certificado de participación

El precio de ser Messi
El precio de ser Messi
El precio de ser Messi: láser y agarrones

Hay partidos que no deberían terminar a cero. Un momento, ¿quién habla de merecimientos en este deporte? En el fútbol los méritos se llaman goles, con esos se hace la diferencia y punto. No hay tal cosa como un certificado de participación, lo más parecido que te dan es una medalla de plata y a nadie le gusta recibirla. 

¿Pero qué se puede hacer cuando una delantera formada por Messi (glup), Di María (glup) y Agüero (glup) se estrella contra una muralla defensiva amarilla? Ospina lo atajaba todo, incluyendo dos salvadas que hasta ahora son las mejores de la Copa. Arias, Zapata, Zúñiga y Mejía se daban modos para bloquear las corridas del Fideo Di María y para cortar la circulación del medio al ataque argentino. Messi nunca tuvo espacios para desenvolverse con claridad. Todo esto a un costo, cuatro amarillas en el 1T. A los 23’ Pekerman incluso se dio cuenta que el ataque argentino generaba una descompensación, había que marcar más y tratar de retener la pelota. Entró Cardona y se fue Teo Gutiérrez, había que sacrificar opciones de llegada por posesión. En medio de todo, los roces. Caliente el partido que le tocó al mexicano García Orozco.

Fácil es llamar amarrete al equipo cafetalero, pero las pocas oportunidades de armar que tenía el medio colombiano eran rápidamente conjuradas por Mascherano o Rojo, a tal grado que Romero fue un espectador más en el 1T. El primer remate franco sobre su arco llegó a los 66’ y solo habría uno más. Jackson Martínez, batallador, le cedió el puesto a Falcao, que tampoco fue solución. Argentina parecía que pisaba el acelerador pero nunca a fondo, nunca desplegando el brillo de sus nombres. Entró Tevez por Agüero y Lavezzi por Di María, pero Ospina seguía diciendo que no. Y estos dos ceros en los arcos tenían emociones a granel, no se parecían en nada a los hipotéticos bostezos con los que Galeano graficaba este resultado. Nada, a los penales, la mal llamada lotería. 

Mal llamada porque aquí es donde pesan puntería, oficio, temple y capacidad de lidiar con la presión. Rojo y Biglia fallaron para Argentina (Ospina de todas maneras adivinó dos tiros que pasaron limándole las uñas), pero Muriel, Zúñiga y Murillo fallaron en Colombia y sentenciaron, emociones de por medio, un partido tan entretenido que no merecía terminar a cero. No merecía, claro, pero los goles no se parecen en nada a certificados de participación. Sentarse a esperar el duelo más cantado de semifinales y no salir decepcionado cuenta como una buena noche de viernes. 

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