Fue impresionante, Xabier Azkargorta se dio vuelta, miró al banco y llamó a Carlos Tenorio, el ecuatoriano salió de la casamata y el estadio explotó.
Vino el cambio, ingresó por José Luis Chávez y el Siles comenzó a temblar, la gente deliraba con el grito de “Tenorio, Tenorio”, el delantero entró con fuerza y la primera que tuvo casi la mete, luego tuvo, algunas más que Lampe se las descifró.
Terminó el partido y uno de los más buscados era Tenorio, ante los medios él correcto como siempre, “Nosotros buscamos esto, más allá de ser o no ser goleador, ganar un título es lo mejor que le puede pasar a un jugador, estoy muy contento”, dijo mientras las escuelas del Club Bolívar -casi en su integridad- corrían atrás de él, no lo dejaban ir, Tenorio era el hombre para la foto, el más carismático del campeón. El hombre que la gente quiere, uno de esos profesionales que llegan a Bolivia para dejar enseñanzas, sin lugar a dudas, un gran futbolista.
