Llegó por pedido expreso de Carlos Ischia, que lo conoció en su paso por el fútbol ecuatoriano. Y, aunque se hizo esperar –en determinado momento, quedó casi descartado–, se convirtió rápidamente en uno de los jugadores más determinantes de The Strongest.
No tardó casi nada en adaptarse –por su procedencia, la altura nunca fue problema–, y, de entrada, comenzó a rendir como si llevara una vida defendiendo la camiseta del Decano; no sólo cumpliendo su función, sino también anotando, gracias a su buen juego aéreo.
En su debut, contra San José, fue el autor del gol con el que los atigrados rescataron un punto muy valioso tras un partido difícil; y, en el Clásico Paceño, además de anular a las figuras celestes, hizo un gol de madrugada para marcar el rumbo de un partido ampliamente favorable para los suyos.
Puede parecer prematuro, pero, como viene la mano, da la sensación de que a Edison Carcelén no le tomará mucho tiempo convertirse en un caudillo más de los tantos que han caracterizado al Tigre a lo largo de sus más de cien años de historia.