Para quienes recuerdan haber visto a Miguel Herrera el 26 de mayo de 2013 festejando el gol del empate del América ante el Cruz Azul bajo la lluvia, en una escena digna del clásico romántico “The Notebook”, no parecerá raro pensar que es un luchador. Y eso es lo que les mandó hoy a sus muchachos, luchar en todos los sectores y cortar toda forma de Brasil de generar fútbol. México anuló las posibilidades de salida, el Scratch nunca se soltó de las amarras y no pudo deshacerse de una marca a momentos torpe pero siempre férrea. Cuando Neymar la tomaba, un bosque de piernas rojas le impedía crear y cuando una gambeta salía, cuando la cintura al fin ganaba algo de espacio, no había con quien jugar. Scolari no leyó bien el partido: los cambios de Bernard por Ramires y de Fred por Jô no aportaron y si en algún momento llegó Brasil al arco, la figura de Memo Ochoa, monumental, le ahogó el grito de gol (a veces de forma espectacular). La Canarinha estuvo nerviosa por demás y nunca pudo hilar más de tres pases seguidos. Se animó incluso a contragolpear el Tri, aunque sin mucha precisión, exigiendo a Julio César en el minuto 91. Terminó 0-0 pero nada de bostezos, aquí el drama se estiró hasta el final con un desenlace que llena a México de tranquilidad y a Brasil de dudas.