Son pocas las horas que tenemos en territorio brasileño, pero es fácil ir identificando el ambiente que nos recibe en la Sede del partido inaugural.
Sao Paulo inició la semana con un paro -casi total- de metros, lo cual hizo de la ciudad, ya problemática por naturaleza con su tráfico, un lugar imposible de transitar, al menos esos informes nos llegaban de colegas cuando nosotros abordábamos la nave que nos trajo al Mundial.
Sin embargo con el transcurrir de las horas la congestión vehícular fue bajando, cuando llegamos demoramos más en salir del aeropuerto (una hora), más que en llegar a nuestro destino, muy cerca del Palestra Italia (Estadio del club Palmeiras), allá ya comenzamos a notar los ambientes y Brasil comenzó a perfilar sus tres rostros.
El primero, y el más grande hasta ahora a menos d 24 horas del Mundial, la indiferencia, mucha gente no se muestra ni a favor, ni en contra de la fiesta que vivirá su país con el fútbol, simplemente prefieren ignorar el tema.
La otra cara está en la gente molesta, que la pasa mal por las protestas, pero que las apoya, la que siente que Brasil ha paralizado toda su actividad por una inversión ajena a sus intereses, muchas de estas personas tienen negocios.
Por última la otra cara, la futbolera, son pocos aún – pocos en relación a al cantidad de gente que tiene Sao Paulo – que se ha animado a poner una bandera brasileña en su ventana, en su coche, los mismos que nos contaban de la situación que para ellos el mundial “paralizó al país”, son los que nos decían que a dos días de una Copa del Mundo las calles deberían estar inundadas de sus colores, pero que algo cambió.
La gente que llega en todos los aeropuertos de Brasil, comienza también a calentar un poco esa otra cara, la futbolera, el Mundo comienza a integrarse, Brasil comienza a recibir a todos, y como dicen los que se animaron a poner una bandera en su coche, ojalá cuando comience la Copa todos se sumen al reto de este mega evento de pasión.
Late! en Sao Paulo – Brasil 2014 – Roberto Acosta Echavarría
