El traspaso de Diego Bejarano, de The Strongest a Bolívar, ha sido una de las operaciones más polémicas de los últimos mercados de pases en el fútbol nacional. Mientras que en Achumani lo amenazan con dejarlo ‘colgado’ y la ‘Maldición del Tigre’, en Bolívar lo animan a que replique el éxito de otros jugadores que, a pesar de su pasado aurinegro, supieron brillar en sus filas.
Algunos antecedentes similares:
Juan Américo Díaz. El Tanque se erigió como uno de los símbolos de The Strongest tras la Tragedia de Viloco, pero después de cuatro años jugando en gran nivel, en vez de renovar su contrato con los aurinegros, firmó con Bolívar, donde jugó durante tres años.
Luis Fernando Bastida. Surgido de las inferiores de Boca Juniors, el Zorro, que también llegó tras el famoso accidente aéreo que dejó a los atigrados sin jugadores, fue una de las figuras más notables del Tigre en el siglo XX. Pero, tras un conflicto con la dirigencia en 1978, pasó a Bolívar, donde no pudo replicar su éxito.
Ramiro Castillo. El recordado Chocolatín, que jugó en grandes equipos de Argentina, incluido River Plate, debutó profesionalmente en The Strongest –tuvo dos ciclos en el equipo de Achumani–, pero, tras un paso fugaz por el fútbol chileno en 1996, volvió al país para jugar en La Academia.
Óscar Sánchez. Un caso muy recordado. El Cabezón, símbolo y referente de The Strongest en la primera mitad de la década de los noventa, volvió a ponerse la camiseta oro y negro a principios del nuevo milenio; pero, dos años después, recaló en Tembladerani, donde también se ganó el cariño de la hinchada y fue finalista de la Sudamericana.
Wálter Flores. Uno de los últimos ídolos de La Academia. Pasó de The Strongest –donde fue uno de los jugadores más destacados a lo largo del año de su centenario– a Bolívar hace casi diez años, y rápidamente se convirtió en ídolo. Ganó siete títulos en La Academia (uno como ayudante de campo).