“Thomas Bach -cuenta un ex rival, sin que la cámara muestre su rostro- tenía los guantes mojados. Podía ser la transpiración, el árbitro le ordenó que se los cambiara. Yo estaba sentado al lado. El nuevo guante también estaba mojado. Fue desagradable porque una cosa así no tiene nada que ver con el fair play.” Juergen Theuerkauff, ex esgrimista del OFC Bonn, habla sin problemas: “Estábamos muy enojados por lo del guante mojado”. Un especialista explica el truco: “Si te tocas con el guante mojado contra la chaqueta se produce un corto y el sistema electrónico no registra el golpe del rival”. La imagen muestra a un joven Bach en ropa de esgrimista. A su lado está Emil Beck, su maestro y entrenador histórico en el club Tauberbichofsheim. “Con los años -dice el narrador- salió a la luz su lado oscuro, que en su obsesión por ganar (Beck) pagaba por triunfos y manipulaba torneos.” Para Arnd Schmitt, ex campeón olímpico, “Bach formaba parte del sistema. Tenía que saber lo que sucedía”. Así comienza el programa “¿El nuevo señor de los anillos?”, de InsideSport, emitido por la cadena pública alemana WRD el 2 de septiembre pasado. Ocho días después, Bach fue elegido, ayer en Buenos Aires, nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
La imagen muestra a Bach y a sus compañeros homenajeados tras ganar oro en florete en los Juegos de Montreal 76. Al año siguiente logran el Mundial en Buenos Aires en dramática final ante Italia. Reciben el premio de “Equipo alemán del año”. “Lo importante que aprendí en la esgrima -aparece Bach, ya años más tarde- es respetar al rival. Mi deporte enseña humildad en la victoria y coraje en la derrota.” Es el momento cumbre en la carrera deportiva de Bach, que era derecho para jugar fútbol de niño en la calle, pero zurdo para manejar el florete. Se enoja por el boicot que le impide asistir a los Juegos de Moscú 80 y al año siguiente, entonces, decide meterse en la política deportiva. Habla en nombre de los atletas por primera vez ante el COI. Pide la abolición del amateurismo. Bach, dice un testimonio, “era como un hijo” para Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del COI. La imagen muestra a ambos junto con Horst Dassler, fundador de Adidas, que presionaba para que los Juegos se abrieran a los profesionales. De 1985 al 87, siendo integrante de la Comisión de Atletas del COI, Bach asume como director de Promoción de Adidas. Son años en los que ISL, brazo comercial de las tres tiras, comenzaba a pagar cerca de 100 millones de euros en sobornos a dirigentes deportivos. En 1986, Dassler impone en la Asociación Internacional de Boxeo Amateur (AIBA) al paquistaní Anwar Chowdry, expulsado una década después bajo graves cargos de corrupción. El programa muestra documentos, sugestivamente rectificados, en los que un ex informante de la Stasi dice que Bach formó parte del caso Chowdry. “No hay dudas, Bach formaba parte del círculo íntimo”, acota Barbara Smit, autora del libro Los Dassler . Andrew Jennings, coautor del libro Los Señores de los Anillos , lo dice sin medias tintas: “Ése fue el mundo en el que Bach aprendió política deportiva”.
El documental, producido por los periodistas Robert Kempe y Hajo Seppelt, muestra luego a Bach hablando en Berlín como presidente de Ghorfa, una cámara de negocios árabe-alemanes activa en venta de armas y que prohíbe a sus miembros exportar “productos procedentes de Israel”. “No me gusta, presidente de Ghorfa y, simultáneamente, de una organización (el COI) que debería representar tolerancia y paz”, dice Mathias John, de Amnesty International. La imagen muestra a continuación al jeque kuwaití Ahmad Al-Fahad Al-Sabah, influyente miembro COI. “Estoy abiertamente con Bach”, dice el jeque. Y añade: “Haré todo lo que pueda para ayudarlo”. “¿Qué es todo?”, pregunta el periodista. “Espera hasta septiembre y verás”, contesta el jeque. Septiembre sucedió ayer en el Hilton. “Election is over. Victory for you know who, the Sheikh’s toy”, tuitea el periodista alemán Jens Weinreich: “Terminó la elección. Victoria para ya saben quién, el juguete del jeque”. “Adlatus von Adidas- Grunder Dassler”, titula a su vez el diario alemán Sueddeutsche Zeitung (“Protegido de Adi Dassler, fundador de Adidas”). “Esto irá para peor”, me dice su enviado, Thomas Kirstner. “Lo digo según lo que veo desde hace siete años con Bach a cargo del deporte alemán. Por ejemplo, combatió en contra de una ley antidoping más dura. El año pasado algunos periodistas debieron recurrir a la justicia para que pudieran mostrarles acuerdos con las Federaciones, algo que en otro países se presenta de modo voluntario”, añade Kirstner.
Bach llegó a ser investigado por el COI y rapidamente absuelto, por eventual conflicto de intereses. En rigor, deportes y negocios es lo que mezclan desde hace años numerosos miembros COI. A Bach debieron investigarlo después de que alguna implacable prensa alemana habló de sus vínculos con Kuwait a partir de sus trabajos como abogado en las compañías Weinig SA y Siemens. Esta última le pagaba fortunas por su rol de “asesor”. El programa que presentó para catapultarse ayer como noveno presidente en la historia del COI habla de “transparencia, diálogo y solidaridad”. De los atletas como centro de todo, de “reconsiderar” los procesos de elección de sedes, de que “el deporte debe ser políticamente neutral, pero no apolítico” y de seguir el camino iniciado por su predecesor, Jacques Rogge, que ayer rompió su frialdad y amagó unas lágrimas en la despedida. “No será una continuación. Se viene el estilo Bach”, me dice Kirstner. En la conferencia de prensa posterior fue tan prudente como Rogge. Mezcló años y tiempos políticos en sus recuerdos de visitas como esgrimista a Buenos Aires en 1973 y 77. Respondió de modo esquivo cuando le preguntaron por el documental y sus eventuales trampas con el guante mojado. Y rechazó que una sola persona, por el jeque Al-Sabah, pueda “hacer ganar una elección”.
El documental de la WRD muestra a Bach y Al-Sabah juntos en Abidjan, Costa de Marfil, repartiendo fondos para el deporte africano. Impresionado por algunos lujos, pregunto a uno de sus autores en qué hotel cinco estrellas fue la segunda entrevista con el jeque. “En la casa de su hermano en Kuwait”, me responde. El suizo Denis Oswald, también entrevistado en el documental, perdió los nervios el lunes por la noche con la alianza Bach-Al Sabah y habló de “presiones” e “independencia del deporte”. Lo advirtieron y pidió disculpas. “Si todo sale como se planeó -cierra el documental, mientras muestra una imagen de la sede del COI, en Lausana-, Bach pronto se mudará aquí.” Buenos Aires podría ser su segunda casa. Ayer recordó con emoción el Mundial de Esgrima que ganó en 1977. Volvió en 1996, ya en democracia, como presidente de la Comisión Evaluadora del COI, porque Buenos Aires se había postulado para ser sede de los Juegos de 2004, finalmente asignados a Atenas. “¿Qué pasa con Cavallo, que lo veo tanto en los diarios con sus denuncias?”, preguntó a funcionarios argentinos en el Salón Panamericano del piso 24 del hotel Sheraton. Domingo Cavallo, por entonces seducía al COI más que la sonrisa de Pelé y por eso Buenos Aires eliminaba en una serie inicial a Río (próxima sede de los Juegos, en 2016). Bach preguntó también qué sucedía con la debacle del Frepaso, por el entonces intendente Fernando de la Rúa y por huelgas obreras. Carlos Menem, dueño del sueño olímpico, sirvió al día siguiente a Bach un plato de ravioles en la Quinta de Olivos y elogió el estado físico del alemán. “Ya querría yo tener su físico. ¿Cómo hace para conservarlo de esa manera?”, devolvió Bach la gentileza. “¿Sabe cómo se logra? -contestó Menem-. Siendo presidente”..
Por: Ezequiel Fernández Moores
Fuente: Canchallena de La Nación