Incluso con la presencia de 4 de las selecciones más renombradas del mundo y todas ellas poseedoras de títulos mundiales. Aún con la actuación de representaciones nacionales que han acumulado 12 de los cetros más cotizados del fútbol, sería utópico esperar que solo sean virtudes las que se expongan en el desarrollo de un certamen internacional.
Algo de eso se advirtió en la reciente Copa Confederaciones, donde también quedo demostrado que aún las figuras mundiales, sienten la presión que carga la responsabilidad de no poder darse el lujo de perder.
Pero y pese a esa irregularidad en sus producciones, es innegable que Brasil, Italia, Uruguay y España nos han dejado a su paso por esta antesala del mundial y jugando en los mismos escenarios donde seguramente volverán a encontrarse dentro de un año, una serie de grandes recuerdos.
El seleccionado español de extraordinario toque con desconcertante precisión y velocidad que exhibió en el primer partido y que por eso mismo ganó el favoritismo para llegar a la final, el candado defensivo con marca al centímetro y que rápidamente puede convertirse en futbol creativo de los italianos, y la tradicional garra charrúa son algunos de esos recuerdo. En el terreno individual la inspiración sin límites de Neymar, la jerarquía de Pirlo, el talento de Iniesta, la capacidad goleadora de Fred, así como la extraordinaria intervención de David Luiz en la final, evitando el empate, quedan en la retina de los espectadores y sus cerebrales jugadas se comentarán por mucho tiempo.
Sin embargo y pese a rescatables atributos de esas 3 selecciones visitantes, quien se llevó las palmas, no solo por haber ganado el título, sino porque también demostró ser una selección hecha para las grandes ocasiones, fue Brasil.
En la final frente a España, la verdeamarelha escribió otra página memorable. Llegó al último partido sin el favoritismo de otras ocasiones pese a ser dueño de casa. Su técnico y los propios jugadores estaban consientes del gran rival que enfrentaban, pero a la hora de la verdad el juego bonito volvió a reinar en el Maracaná y corono a Brasil como el mejor sin dejar duda alguna, agregando una lujosa actuación en el último partido donde superó al coloso europeo con contundencia y una goleada que incluso pudo ser mayor. El 3 a 0 final fue un justo premio para la canarinha que se dio el lujo de anular aquel fútbol creativo que en otros escenarios marca notable diferencia y que no pudo con los múltiples campeones del mundo.
La Copa confederaciones, que constituye en todos los órdenes un verdadero anticipo de la gran cita del 2014, bien puede ser un adelanto brasileño para esa reunión.. Con una selección en formación fue capaz de ascender muchos peldaños en solo dos semanas y dejar la sensación de que estamos nuevamente ante el gran candidato de todos los tiempos.