Hace poco más de seis meses, se alejó del fútbol nacional tras un paso frustrado por Oriente Petrolero para jugar en el Jumilla, un humilde equipo de Segunda B (tercera categoría) en su natal España, y parecía que su camino se había separado del país para siempre. Sin embargo, hoy es noticia en toda Sudamérica.
No sólo volvió, sino que volvió acompañado. Trajo su fútbol. Ese que había deslumbrado en Universitario de Sucre y que los hinchas refineros, vaya uno a saber por qué, no habían podido disfrutar plenamente durante su estadía en el club. ¿Su destino? Real Potosí, el León de las alturas.
Durante la pretemporada, ya había insinuado lo que finalmente mostró en el debut Lila en la Copa Sudamericana: un rol de líder futbolístico en la mitad de la cancha. Siendo el eje del equipo, manejando los tiempos, haciendo circular la pelota y, cuando hallaba el claro, probando al arco.
Para colmo, en uno de sus primeros intentos, sino el primero, la mandó a guardar. A partir de ese momento, ya se veía venir: se iba a robar el foco del partido. Un partido en el que le salió (casi) todo bien a su equipo. Imposible negarlo. Pero, lo que mejor le salió, sin duda alguna, fue la confirmación de que su gran apuesta resultó redonda: volvió Rubén, volvió De la Cuesta.